Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Los nervios fueron permanentes. A la falta de gol, le antecedieron errores colectivos por el individualismo autodestructivo de algunos de los ofensivos del Once Caldas, ante Santa Fe. Las travesuras del Pato Pérez, uno de ellos, empezaron cuando sin ímpetu, con instinto de conservación, fue a cabecear una pelota servida por Hernández en posición forzada y a perfil difícil, que solo requería empujarla a la red, y falló. Estuvo solo, luego, en inmediaciones del área perdió la puntería, confuso en la acción. Para colmo de males, el gol de Santa Fe, fabricado en posición inválida extrañamente autorizada por el árbitro lateral, llegó después de una falla suya cerca al área rival en auspicioso ataque, por la omisión de un pase con variadas alternativas creadas por sus compañeros. Demostrado quedó que solo corriendo y metiendo no se ganan los partidos. Otros ingredientes, tan importantes como estos, tienen participación activa en el juego y las responsabilidades para garantizarlos son compartidas y no personales. Válida la crítica también para Izquierdo, con piques demoledores que destrozan defensivas, pero egoísta al máximo, con la pretensión de ser único y goleador. Cuánto le falta por madurar. Ambos son buenos jugadores, Pérez e Izquierdo, pero, en ocasiones, no saben colectivizar en ataque.
En contraste, César Arias, huele el gol. Lo trabaja dentro y fuera del área, con encomiable tenacidad, produciendo un efecto anímico en sus compañeros por su sacrificio. Moderno e inteligente para interpretar el juego, se mueve en margen amplio, sin estacionarse cómodo con burguesía dentro del área a esperar el pase magistral.
El gol a favor fue un oxígeno para la tribuna. Preferible empatar que perder, aunque antes y después, el Once tuvo variedad de ocasiones como la de Cabezas, la de Arrechea, la de Hernández y una más de Arias, que culminaron mal.
Plausibles los retos asumidos por Flabio. Corrió riesgos, pero recuperó la iniciativa con las modificaciones, regenerando su equipo sobre la marcha. Pero, al final, quedó un sabor agridulce por lo que pudo haber sido y no fue. Sobró planeación, falto ejecución.
P.d.: En Millonarios se hicieron a la idea de que Dayro se va. No hay opción firmada para adquirirlo ni dinero para retenerlo.
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