De improviso sonó la frase ¡Hola bacán! Para ninguno de los presentes era desconocida esta conjunción de palabras por cuanto en los años recientes adquirieron un lugar dentro de las conversaciones de adolescentes y aquellas de 20 a 40 años. La expresión fue dirigida a uno de los 8 profesionales que estaban frente al joven con título universitario. Todos los mayores bajaron la cabeza, entrecerraron los párpados y pensaron momentáneamente en sus vidas y sobre todo en sus progenitores, la mitad de ellos fallecidos. Cada uno concluyó internamente: ¿Así de viejo estoy que no acepto este trato?
Los ocho de mentes abiertas, comprensivos de la realidad, estructurados en sus vidas profesionales, con largas décadas en medio de la juventud y por sobre todo valoran el significado de las costumbres modernas que avasallan todo lo tradicional.
El coloquio no tenía nada de contenido trivial. Por el contrario, era para establecer importantes recomendaciones para quien estaba invitado a oír lo que tuvieran que transmitirle, uno o todos, los allí reunidos dentro de un ambiente cordial y trascendental para el futuro del joven. ¡Hola bacán! Dirigido a uno de ellos, pronunciado en ese sitio y en esas circunstancias pareció como un terremoto, a pesar que siete de los ocho tienen hijos y tres son abuelos.
Esto apenas es un indicio de los léxicos utilizados, allí se escuchó también: ¿Vos qué decís? ¿Vos comprendés?(sic) ¡Dime tú! Y, toda una serie de frases que indican la forma de expresarse de muchos jóvenes bachilleres y quizá en la básica primaria, o que inician su vida universitaria o profesional en la actualidad, frente a personas que no son sus amigos en sentido estricto, ni familiares, ni compañeros y tampoco exactamente sus superiores. ¡Mai qué haces? Valeriana a dosis extremas.
A la vuelta de la oralidad están: ¡Lo que tú quieras! ¿Qué te tomas? No importan las reglas gramaticales, es lo de menos. Y si así fuera lo moderno, debidamente reconocido sería una verdadera revolución, pero no. Son maneras y modas de expresarse y entenderse actualmente entre las personas. La falta de lectura y análisis de la misma son en parte la causa. Otra parte, y todavía no es el todo, son los léxicos de las composiciones de alguna espeluznante música moderna. ¡Hay que oír y entender lo que se dice y por si fuera poco los decibeles están por encima de cualquier cerebro sereno. ¡Ooh, Beatles o Sinatra o Piaf o Montand, qué lejos están, si es que quieren los extranjeros!
Y otra parte, aún sin ser el todo es la formación de hogar, que hoy parece situación anticuada cuando se esgrime el derecho al libre desarrollo de la personalidad. ¡O, no les parece parces!
En una composición de espacio, tiempo y movimiento, el defensor en un estrado judicial se dirige al señor juez con: ¡Parce, mis planteamientos son..! O, en el reducto de un confesionario: ¡Me acuso bacán que he pecado..! O, al profesor en el aula: Parce, podés(sic) explicarme..! O, ante el notario que no conoce: ¡Compa, están listos los papeles! O, un contribuyente ante la caja: ¡Cucho, te faltan veinte mil azules! O, en una entrevista el aspirante a un cargo: ¡China que te traes!
Aunque todo parece en una dirección, no es fácil que exista la doble vía. Pero que hay casos. ¡Quién lo creyera! Un registrador universitario a un aspirante: Petacón(sic) haga la cola! O, en un restaurante: ¡Pollo, que vas a pedir! O, entre compañeros hombres o mujeres: ¡Marica! Para morirse.
Aun así, todos entienden pero no todos aceptan los términos. No es la modernidad en plena evolución. ¿La solución será el famoso texto de Carreño? No. ¡El cambio está en la formación, bacanes!
Luego habrá que platicar sobre la lectura, la letra y la comprensión de textos de los bachilleres y de los nuevos profesionales. ¡O, qué parces!
Nota: El Hospital General Departamental de Santa Sofía, es una buena opción a verdadero Hospital Universitario.
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