Manizales pasa por un momento clave para su futuro. Se está discutiendo su mapa de navegación para los próximos 12 años: el Plan de Ordenamiento Territorial (POT). Ni más ni menos que el instrumento supremo que ordena el desarrollo físico de la ciudad.

Sin embargo, parece que muchos ciudadanos no han dimensionado la importancia de participar en la construcción de este instrumento de planificación del desarrollo local, de carácter técnico, normativo y político, que sirve para ordenar territorios municipales y distritales.

Según la Ley 388/1997, los principios básicos del Ordenamiento Territorial en Colombia son la función social y ecológica de la propiedad, la prevalencia del interés general sobre el particular y la distribución equitativa de las cargas (obligaciones) y los beneficios (derechos).

Al respecto, hay que tener en cuenta que la planeación de largo plazo juega un papel fundamental en la sostenibilidad de un municipio y un ejemplo de ello son Ciudad de Singapur (Singapur) y Curitiba (Brasil), ciudades que se la jugaron para lograr revoluciones urbanas integrales y sustentables.

Ciudad de Singapur lo hizo con su Plan Concepto (1971), en el que se diseñó una ciudad compacta alrededor de un sistema de transporte integrado.

Por su parte, a través del Plan Maestro (1965), Curitiba planteó una ciudad alrededor de tres elementos: un sistema vial; el uso y la densidad del suelo, y el transporte público como prioridad fundamental en movilidad. Todo, desde planteamientos de carácter participativo y social, de respeto al medio ambiente y con incentivos a la iniciativa privada, pero con control público.

Mientras tanto, Manizales formuló su primer POT en 2001 y en 2003 hizo una primera revisión. En 2007 hizo una segunda revisión con el objetivo de generar suelo para construcción de vivienda de interés social (VIS), proyectar algunos aspectos de movilidad y espacio público e incorporar unos instrumentos de planificación.

Pero más allá de este recuento, podemos preguntarnos en qué afecta el POT al ciudadano del común. La respuesta es: en todo, pues define el tipo de ciudad que se quiere tener a futuro. Por ejemplo, el POT indica dónde se puede construir, a qué alturas, cómo se va a conectar la ciudad, qué lugares se deben conservar, qué sitios se van a dedicar para espacio público y cómo se protegerá el patrimonio.

Además, el POT define en gran parte la inversión pública, es decir, planea cómo se van a usar los impuestos que pagan los ciudadanos.

Si afecta a todos los ciudadanos, es imperativo que participen y opinen sobre la ciudad que quieren. Sin embargo, aún nos falta mucho en participación ciudadana. Según la Encuesta de Percepción de Calidad de Vida Manizales Cómo Vamos 2012, el 67% de los ciudadanos no hizo ninguna acción para resolver un problema que haya afectado a su comunidad.

Vemos que el 52% de los encuestados no llevó a cabo ninguna acción para apoyar personas, ideas o hechos y el 80% no formó parte de ninguna organización. A pesar de estos resultados, este es el momento de cambiar la tendencia.

El POT es una oportunidad y antes de que el alcalde, a través de la secretaría de Planeación, lo formule y lo someta al concejo, debe consultar su contenido con Corpocaldas, Consejo Territorial de Planeación, gremios económicos y otras asociaciones del municipio.

En Manizales, el POT se encuentra actualmente en fase diagnóstica, por lo que la alcaldía está convocando a foros temáticos que buscan que la comunidad participe abiertamente y presente sus propuestas.

Es aquí y ahora, en esta etapa de consultas, cuando los ciudadanos pueden y deben comunicar sus opiniones, incluso discutir al respecto con el concejal o concejales que representen sus intereses, pues es deber de ellos transmitir las inquietudes de los ciudadanos en temas tan relevantes como el futuro de la ciudad.

Quedarse quieto no debería ser una opción. No se puede olvidar que se está definiendo la carta de navegación de la ciudad, que es de todos.