Fanny Bernal Orozco*
LA PATRIA | MANIZALES
Las fechas de aniversario por la muerte de los seres queridos, suelen ser dolorosas y sentidas. En muchas ocasiones se le teme a esos días, y se quisieran evitar. Se piensa que ojalá el tiempo pasara rápido y no tener que afrontar tantos recuerdos. Y es que llegan a la memoria los últimos días vividos juntos, conversaciones, caricias, paseos, visitas, palabras, gestos, conflictos, en fin la mente esta invadida por diversas evocaciones dolorosas y dramáticas que hacen que estas fechas se asuman con dificultad y con el corazón agobiado, más aún cuando no hubo la posibilidad de una despedida.
Una manera de escaparse, es salir de la ciudad, consideran los dolientes que al huir la aflicción será más leve y no piensan que cuando se siente dolor, éste no puede dejarse guardado en ninguna maleta, así se tenga una habilidad inmensa para posponer y relegar, no es retardando el llanto, la queja, como éste se asume, por el contrario, enmascararlo en muchos de los casos, agudiza los síntomas de dolor y de pérdida.
Cada ser humano, asume sus duelos de manera particular, con ritmos y tiempos diferentes, la manifestación de la tristeza está unida a la confianza que sienta en su medio social o familiar, así por ejemplo hay familias para las cuales no esta bien llorar o expresar las emociones frente a los demás, por lo tanto tienden a reprimir y a disimular sus penas, les parece que el mostrar su dolor es un gesto de debilidad.
Mientras tanto, hay otros seres que se llenan de trabajo, buscan mantenerse cada vez mas ocupados, sus días laborales se alargan en el hacer y en mantenerse activos, fácil pretexto para no llegar temprano a casa a sentir su soledad. Así entonces, con el objetivo de no sentir, algunas personas se meten en una coraza que les aprisiona y les entrampa, ese es su mecanismo de defensa, para no afrontar la aflicción.
Y qué decir de los niños, ellos en muchos hogares son los que más sufren. No han aprendido a expresar su dolor, sus temores y ya los tienen que estar guardando. Mientras el niño esta lleno de preguntas, sin respuesta, el adulto en su dolor no tiene emocionalmente cómo apoyar este otro duelo y se desentiende, excusándose en su pena. Con frecuencia manifiesta: ‘es que no quiero que mis hijos me vean llorando’, y no sabe que eso precisamente es lo que el niño necesita en su tarea de elaborar el duelo, llorar y sentir que le acompañan y protegen.
Cuando a los niños no se les brinda el espacio adecuado para hablar de sus sentimientos, y además se le condena a vivirlos en su soledad, debe enfrentar además la ausencia emocional de los vivos, quienes consideran erróneamente que disimular y ocultar es lo mejor.
Los aniversarios, son fechas delicadas por la cantidad de emociones que se sienten, algunas personas inclusive tienen recaídas muy fuertes, a cuyos síntomas hay que prestarles especial atención. Son fechas particularmente dramáticas, y es posible que muchos sobrevivientes realicen un inventario de cómo han vivido hasta el momento. Si se han adaptado a vivir sin sus seres queridos, su entorno, sus objetos personales.
A propósito se escucha decir que lo material no es relevante; sin embargo, es importante aclarar, que hay muchas objetos, y elementos que hacen parte de los rituales cotidianos, que tienen historias de momentos compartidos con afecto y en la intimidad familiar y por ello tienen un fuerte costo por su valor emocional.
Transitar un duelo no es olvidar, ni dejar de querer, es a pesar del inmenso dolor, reconocer la realidad de la pérdida, permitirse sentir y expresar el volcán de emociones que se tiene dentro, es reflexionar sobre lo sucedido, y poco a poco reconstruir, y resignificar el sentido de la vida, a través de tareas activas y reparadoras.
Al elaborar un duelo, se cambia de vínculo con el ser querido, ya no hay contacto físico; sin embargo, hay un lugar muy íntimo dentro de los que quedamos vivos, lugar dónde el amor siempre está presente.
-¿Piensas que los seres a quienes hemos querido y están muertos, nos han abandonado del todo?
-¿Crees que los recordamos especialmente en los mayores apuros?
*Psicóloga
Profesora Titular Universidad de Manizales
Transitar un duelo no es olvidar, ni dejar de querer, es reconocer la realidad de la pérdida.
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