Hace exactamente 12 años y un día el dolor por la pérdida y triste despedida del amigo, el jefe y el maestro nos embargaba a todos los que pertenecíamos entonces a la casa editorial LA PATRIA, pero muy particularmente a la redacción que con tanto esfuerzo y convicción Orlando Sierra Hernández, nuestro Subdirector, de la mano del padre Luis Felipe Gómez y de Nicolás Restrepo, entre otros directivos más, habían ayudado a conformar y a tejer, según las características de cada uno de los integrantes de la misma.
No eran tiempos fáciles, y nunca lo serán en este país de torcidos, de marrullas políticas, de gran inequidad y de violencia. De hecho lo sucedido tres días atrás nos mostraba para quienes quedábamos ahí aturdidos, desconsolados y temerosos, que ese desafiante hecho de violencia no era más que un claro mensaje intimidatorio para aquellos que como Orlando se atrevieran a ir contra el imperante sistema de corrupción, de componendas partidistas y de mafias de todo tipo.
Pero aunque los dos disparos del pobre sicario fueron certeros y letales pues acabaron con la vida del persistente e inquebrantable periodista, piedra en el zapato de la nefasta coalición que aún maneja algunos hilos de poder en Caldas, a quien promovió o a quienes promovieron ese vil acto de crueldad le(s) salió el tiro por la culata. La verdad, se le(s) vino el mundo encima, algo que quizás no había(n) previsto antes de esa cobarde acción.
Hoy tres campañas al Congreso después, es decir, pasada una docena de años, desde el primero hasta el último de los 4 mil 380 días en los que se ha hablado o se ha insinuado el autor intelectual o autores intelectuales de la violenta muerte de Orlando no he escuchado otro nombre distinto al de Francisco Ferney Tapasco González. En corrillos, en reuniones privadas, en comentarios callejeros sueltos, en oscuros rincones de la galería de Manizales, en los juzgados, en los titulares de la prensa nacional e internacional, en la radio, en la televisión, en foros, en muchos de los expedientes del caso, en la voz de fiscales investigadores y entre algunas personas mediana o lejanamente cercanas al controvertido exdiputado, los señalamientos solo apuntan hacia él.
Cierto o no, vaya uno a saber. Para muchos, incluidas la Fiscalía y la Procuraduría, Tapasco González según los indicios y pruebas recolectadas en todos estos años, en los que también hubo tiempos muertos pues el caso estuvo parado y a punto de precluir sin justificación alguna, es el responsable de haber ordenado el crimen de Orlando. No obstante para el juez especializado de Pereira que dio a conocer su veredicto el pasado 23 de diciembre no lo es. Por eso lo absolvió, en primera instancia pues no resultaron suficientes los argumentos y las pruebas expuestas.
Ahí entonces es cuando uno se pregunta, si no fue él, ¿entonces quién? En todo este largo periodo de insinuaciones y acusaciones no hemos conocido un nombre distinto al de Ferney Tapasco. Ni Palito Pérez, ni Perencejo González, ni Borondongo Jaramillo han sonado o aparecido como posibles determinadores de tan doloroso episodio. Si así fuera estarían en la baraja de señalados y seguro las autoridades de una u otra forma los habrían vinculado al proceso, como en efecto se hizo con los que participaron en la comisión del crimen, los ya condenados conocidos con los alias de ‘Tilín’ y ‘Pereque’.
Pero como somos dolientes de Orlando podremos haber cometido excesos en todos estos años y quizás nos haya faltado una dosis de imparcialidad. Si eso ha sucedido, que puede ser cierto, los invito a ver el documental ‘La batalla del silencio’ realizado por la Sociedad Interamericana de Presnsa (SIP) en honor a Orlando Sierra y contra la impunidad en crímenes de periodistas o a que vean detalladamente Especiales Pirry que presentó el Canal RCN el pasado domingo titulado Caso Orlando Sierra (http://www.youtube.com/watch?v=KHoKgBnL3w4) para que se hagan su propia idea de quien pudo haber tenido motivos para asesinar a Orlando. Por lo demás tenemos que seguir diciendo y reconociendo cuánta falta hace Orlando.
Al margen
Triste lo que está pasando con la institucionalidad cafetera en el país. Lamentable que el Gobierno Nacional por miedo a un paro cafetero que afecte los intereses reeleccionistas del presidente Juan Manuel Santos haya echo a un lado a los representantes elegidos por los cultivadores del grano y negociara la aplicación de una ayuda, importante y necesaria hay que reconocerlo, con una institución como Dignidad Cafetera que si bien recoge y lucha por los intereses de los caficultores, eso es innegable, no tiene la trayectoria ni la representatividad histórica de la Federacafé. Claro que es que con ese gerente que tiene dicho gremio muy difícil alcanzar logros dignos.
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