A diez días de las elecciones para Congreso una porción de quienes van a votar todavía no sabe por quién lo hará. El voto de opinión, aquel que no es comprado o que no obedece a lealtades clientelistas, no es tan informado como se piensa y se decide a última hora. Además, las listas de senado, que son nacionales, y las de cámara, que son departamentales, están igualadas por lo bajo, son bastante malas, lo que dificulta la escogencia. La gran mayoría de candidatos son muy desconocidos, o proceden de redes clientelistas y corruptas, cuando no es que tienen entronques con el delito y diferentes mafias. Algunos están heredando una curul de un familiar que está preso por corrupción o parapolítica o, en el caso más benigno, que se va a retirar del congreso luego de décadas de pobre o perverso ejercicio; entonces quieren conservar en la familia el cargo parlamentario con todos los privilegios que implica con el propósito de enriquecerse y acaparar poder.
El problema es grande para escoger candidato, pero hay que votar. Y hay que votar porque en el Congreso se decide día a día la suerte de la nación y de todos nosotros. No cabe duda de que nuevamente el parlamento que elegiremos será malo, o cuando menos mediocre. Un congreso que tendrá enormes responsabilidades: la más importante será la de asegurar que el acuerdo de paz que sin duda se logrará en La Habana con las Farc y el que también se firmará con el Eln, puedan ser implementados. Este congreso que elegiremos tendrá que velar porque el Estado y la sociedad colombiana se acomoden a la nueva realidad que estos acuerdos de paz implican, lo que comúnmente se denomina como el posconflicto. Este es el principal reto del próximo gobierno y el respectivo congreso. Igualmente, hay otros tres temas fundamentales que seguirán gravitando en la órbita del parlamento esperando una pronta respuesta: la salud, la justicia y la corrupción.
Pensando en estos temas en particular, y sin querer la perfección, lo cual sería tonto, hay unos pocos candidatos que sería muy conveniente que llegaran al congreso. Es cuestión de explorar en las listas y con la ayuda de una lupa poderlos encontrar en medio de tanto clientelismo, corrupción y mediocridad.
Por ejemplo, estos son algunos de los candidatos que vale la pena considerar para el Senado con su respectivo número en la lista de su partido: por la Alianza Verde Antonio Navarro (1), Antonio López (4), Claudia López (10) y Carlos Lozano (38); por el Polo Democrático Jorge Enrique Robledo (1), Iván Cepeda (10) y Rodolfo Arango (14); Por el Partido Liberal Guillermo Rivera (7), Sigifredo López (9), Luis Fernando Velasco (10) y Judith Pinedo (55); por el partido Conservador Juan Mario Laserna (49), Por el Partido de la U Freddy Padilla (2).
Todos estos candidatos, de ser elegidos, de una u otra manera jugarán un papel fundamental en los temas atrás mencionados, empezando por la paz y los retos que implica el posconflicto. Antonio Navarro conoce a fondo de la transición de la guerra a la paz, fue guerrillero y ha sido desde hace más de dos décadas hombre de Estado; Freddy Padilla fue comandante de las Fuerzas Militares, por lo que será clave en la construcción de los equilibrios necesarios que requiere el posconflicto; Carlos Lozano puede inspirar a muchos a seguir el camino de la democracia; Sigifredo López sufrió un secuestro de siete años por parte de las Farc y será ejemplo para la reconciliación; Juan Mario Laserna es un destacado economista y gran conocedor y estudioso de la costos que implican la guerra y la implementación de los acuerdos de paz, siendo un convencido de los beneficios de terminar la guerra.
Por el lado del esfuerzo para parar la avalancha de corrupción que estamos viviendo, Jorge Enrique Robledo y Claudia López han probado de sobra sus credenciales en esta brega. En cuanto a Justicia personas como Rodolfo Arango tienen mucho qué decir.
En resumen, todo seguirá muy parecido a lo que viene. Sin embargo, podemos escoger las excepciones a la regla. Los candidatos mencionados y otros más pueden hacer alguna diferencia. Invito al lector a explorar un poco por su cuenta, teniendo en cuenta las prioridades y desafíos que tenemos como sociedad, y escoger un buen candidato.
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