Expresidente sudafricano, Nelson Mandela, fue una de las figuras políticas más importantes del mundo en el siglo XX y principio de éste, ahora con motivo de su muerte es bueno hacer un comentario sobre el libro Sudáfrica: magnates, revolucionario y apartheid del periodista y escritor británico, Anthony Sampson. Un libro publicado por la editorial Grijalbo, donde este periodista inglés, plantea que más allá de las luchas y las presiones políticas de Mandela y de los líderes del Congreso Nacional Africano (CNA), finalmente fueron los empresarios, los banqueros y el gran capital, los que más contribuyeron a la caída del régimen racista sudafricano.
Sampson ofrece una visión diferente sobre la caída del régimen del apartheid, en virtud de que, hace un sesudo análisis sobre el papel determinante que jugaron los empresarios blancos, las multinacionales, el sistema financiero sudafricano y extranjero en el derrumbamiento del régimen segregacionista del presidente Pieter Botha.
Desde el principio hasta el final del libro se examina que más allá de las luchas de Nelson Mandela y de los otros líderes del CNA, y en general del pueblo negro sudafricano, uno de los grupos económicos que jugó al final un papel determinante en el derrumbe del régimen fue el emporio Anglo-American Corporation, un conglomerado de empresas que controlaba en aquel momento más del 54% de la bolsa de Johannesburgo y representaba más del 30% de la riqueza Sudafricana.
Sampson analiza cómo los principales ejecutivos y accionista de este grupo, al igual que los de otros grupos empresariales como Premier, Barclays, Barlow Rand, Rembrandt y Samlam, entre otros, no solo pidieron la excarcelación de Mandela y todos los presos políticos, sino acabar con la política segregacionista de los bantustanes y conceder a los negros amplios derechos políticos.
Hace un análisis profundo sobre cómo estos grupos de banqueros y empresarios sudafricanos se aliaron con una serie de bancos y de multinacionales de Estados Unidos y de Europa para presionar cambios en el régimen de Pretoria. De esas cruzadas hicieron parte magnates de emporios mineros, de la Anglo-American Corporattion, la General Motors, la Ford, la fundación Rockefeller, la Shell, Mobil, Texaco, British Petroleum, Chase Manhattan, Citibank y el Barclays. Igualmente examina las acciones que emprendieron para que los parlamentarios británicos y norteamericanos y las administraciones de Ronald Reagan y Margaret Thatcher adoptaran medidas en contra del régimen de Botha.
Los bancos estadounidenses adoptaron medidas económicas drásticas que socavaron la estabilidad del régimen con el cierre de operaciones y de créditos.
El boicot del sistema financiero tuvo efectos más letales para el régimen de Botha que muchas de las medidas que tomaron algunos gobiernos europeos. Demuestra como la refinanciación de la deuda externa sudafricana con los bancos acreedores debilitó al régimen y lo obligó a cambiar su postura frente a la segregación, debido a que la tiranía no está en condiciones de pagar. Por ende, si seguía reacia a las exigencias de cambios era evidente que le caerían cascadas de embargos que llevarían a la ruina al país.
Plantea que los banqueros actuaron presionados por grupos de accionistas como iglesias y fundaciones que argumentaban que el apartheid no solo era un régimen injusto e improductivo, sino que estaba desperdiciando el potencial productivo de la mayoría de la población sudafricana.
El temor que tenían empresarios, banqueros e inversionistas en Sudáfrica, era que si los negros se tomaban el poder, habría masivas expropiaciones y confiscaciones de sus bancos, empresas y propiedades y, desde luego eso explica el cambio que tuvieron al final en beneficio de los derechos políticos de los negros. Para ellos era mejor negociar pacíficamente con los líderes negros para no perder sus empresas y sus inversiones en Sudáfrica. De allí la trascendencia del pacto político que puso fin al apartheid entre los líderes negros y los empresarios blancos sudafricanos, en donde los primeros controlan el poder político y los segundos el poder económico, este es uno de los grandes legados históricos de Nelson Mandela para lograr una verdadera reconciliación entre la Sudáfrica negra y la Sudáfrica blanca.
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