Le ha dado la vuelta al mundo un video en el que un pequeño se derrama en llanto cuando le cuentan que Capriles perdió las elecciones en Venezuela. Y no sabe uno si atribuirle la inmensa difusión a lo curioso que es ver a un niño tan pequeño desesperarse por cosas que a su edad no deberían importarle, o porque a muchos nos embargó la misma angustia cuando conocimos la infausta noticia de que Chávez apareció nuevamente triunfador en las elecciones de su país. ¡Sí! Dieron ganas de llorar, de gritar, de saltar desesperados como el niño del video.
Porque el triunfo de Chávez en Venezuela es un triunfo de las Farc en Colombia. Porque seis años de gobierno más del aliado de Teodora, Cepeda y Timochenko significa seis años más de connivencia, complicidad y asilo en el vasto territorio venezolano a los criminales enemigos de nuestra patria. Porque tendremos que seguir viendo al presidente Santos arrodillado ante su nuevo mejor amigo, feriando nuestra dignidad y entregando bajo la mesa la libertad de soldados y policías colombianos. Porque durante seis años más nuestras fronteras con Venezuela seguirán siendo el "puerto libre" para el tráfico de armas, narcóticos y personas. Porque mientras Chávez permanezca en el poder, las Farc tendrán un aliado inescrupuloso a su servicio en el exterior y un gobierno amedrentado en nuestro propio suelo.
Y, en contraste con la angustia del niño mencionado, en las selvas de Colombia deben estar celebrando aún. Y en algunos sectores urbanos; y en parte de las universidades; y hasta en sectores de nuestras Cortes…
¡Pobre Colombia! Ya el lunes amanecieron envalentonados algunos miembros del partido Marcha Patriótica reclamando su presencia en las mesas de negociación (que no de diálogo) en Oslo. Como si no tuvieran ya su representación en "El Médico", "Calarcá", "Andrés París", "Rodrigo Granda" y hasta en "Simón Trinidad". Pero todo apunta a que Teodora quiere figurar nuevamente en estas "cesiones" del Gobierno colombiano y, con el triunfo del dictador venezolano, mucho me temo que Santos terminará incluyéndola.
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Durante el último año hemos visto el despliegue de Telecafé en diferentes municipios del Eje Cafetero que celebran fiestas, aniversarios o eventos que requieren ser difundidos. Son producciones institucionales que demandan de un gran esfuerzo y del desplazamiento de equipos, personal técnico y profesional para hacer trabajos dignos de mostrar y competitivos entre sus pares. Estos municipios saben de la importancia que les representa explotar sus fortalezas y darlas a conocer en diferentes lugares del orbe, y le invierten presupuesto, le dedican tiempo y valoran los esfuerzos del Canal.
Pero, curiosamente, hoy que tenemos un gerente manizaleño y que está haciendo las cosas bien, con entusiasmo, honestidad y dedicación, su propia ciudad le da la espalda. Hemos visto transmisiones de eventos desde Pereira y Armenia (y otros muchos municipios del Eje), ciudades que contratan con el Canal (institucionalmente, repito) y que tratan de fortalecerlo por ser un baluarte de comunicación y una empresa que requiere del apoyo y de la consideración de sus propios coterráneos. Pero Manizales, en lugar de fomentarlo y tenerlo presente para la difusión de sus programas, prefiere ignorarlo y desviar los recursos hacia otros espacios que poco beneficio le traen a la ciudad. ¡No es justo!
¿Estaremos enfrentados a ese canibalismo manizaleño que no permite valorar lo nuestro y que, por el contrario, induce a que sean los propios paisanos quienes se opongan al triunfo de sus vecinos, amigos o conocidos? ¿Qué tendrá para decir la oficina de prensa del municipio, cuando se niega a contratar con el Canal la difusión de eventos tan importantes como las diferentes programaciones en su aniversario? Repito, y aclaro: mi reclamo es por la indolencia del municipio hacia el Canal como empresa, y no hacia productores privados que ofrecen su publicidad en el libre ejercicio de la oferta y la demanda. El Canal merece consideración, respeto y valoración de la Alcaldía de Manizales, pues es una empresa pública nuestra que afronta hoy serias dificultades presupuestales, producto de la transformación de la legislación nacional en materia de televisión pública, pero que además ofrece un producto excelente y es el mecanismo de acercamiento con muchos coterráneos que viven fuera del país. ¿O será que Ricardo Gómez, gerente del Canal, tampoco es del gusto del Alcalde? ¡Nada raro sería!
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