La caricatura de "Papeto" en El Tiempo, donde muestra un buitre sosteniendo en su pico una corona mortuoria, como el "símbolo de la paz de las Farc" no pudo ser más ilustrativa de la cruel realidad que nuevamente enluta a once hogares colombianos. Muchos interrogantes surgen a raíz de este doloroso hecho, en el cual unos jóvenes soldados (demasiado jóvenes, no mayores de 20 años) inexpertos, pertenecientes a un batallón energético y vial, encargados de cuidar las estructuras eléctricas, petroleras y mineras, cuyo entrenamiento dura seis meses, se vieron enfrentados a una horda de asesinos que se las saben todas; las familias dolientes han cuestionado el envío de estos soldados, sin suficiente preparación a una "zona roja", el gobierno ha reconocido un error militar; lo cierto es que cada día son más lejanas las esperanzas de paz, crece el repudio contra los mentirosos criminales de las Farc y, humildes familias siguen recibiendo medallas y banderas que jamás llenarán el hondo vacío de un hijo sacrificado. Si el gobierno ha reconocido fallas en el protocolo de seguridad, es imperativo estudiar un cambio de estrategia; deja mucho qué pensar que el padre de una de las víctimas, haya recibido una llamada de su hijo dos días antes del ataque, en la cual le decía que francotiradores de las Farc los tenían rodeados; ¿Qué se hizo entre tanto?
Vergüenzas. Un fiscal delegado ante la Corte Suprema de Justicia, dictó orden de captura contra Jorge Visbal Martelo, expresidente de Fedegán y embajador ante el gobierno del Perú, por "evidencias serias sobre su responsabilidad en el delito de concierto para delinquir agravado"; muchos cuestionamientos ventilaron los medios de comunicación en enero del 2011 por su nombramiento, pero fueron ignorados; ahora sufrimos la vergüenza ante la comunidad internacional de un embajador en ejercicio, al cual se le acepta la renuncia para luego afrontar una orden de captura.
Estas situaciones no obedecen a nada distinto al irresponsable manejo que tradicionalmente ha dado Colombia a los nombramientos en cargos diplomáticos; a esas mieles suelen acceder señorones que se han mandado duro la mano al bolsillo para financiar campañas electorales; politiqueros de plaza pública sin el menor conocimiento del mundo diplomático, con ignorancia absoluta de un idioma diferente al propio, el cual de por sí, maltratan; también se da la circunstancia de pagar el precio del silencio como en el vergonzoso caso del coronel del Ejército Juan Carlos Castañeda, vinculado con 40 falsos positivos de las Auc, quien luego de ser nombrado como agregado militar de Colombia en Brasil, apareció en un video del matrimonio de un narcotraficante.
Otra vergüenza, los deplorables resultados de las pruebas de Estado (Saber Pro) 2011 donde los estudiantes del área de educación (¡futuros maestros, en educación básica y media!) mostraron las más bajas notas; según la Ministra de Educación y la Directora del ICFES, los estudiantes que se preparan para maestros "puntuaron por debajo de la media nacional en inglés, escritura, lectura crítica y razonamiento cuantitativo". El caso es no seguir con el disco rayado de más educación, sino propender por la alta calidad de la misma, de quienes la imparten; de lo contrario esos ríos humanos de estudiantes que vemos a diario, solo serán personas mal preparadas, frustradas e inferiores a los desafíos que presenta el mundo moderno.
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