Es lugar común oír que la cultura es la cenicienta de los presupuestos, o que es un tema “de señoras”, y se pone como ejemplo que MinCultura lleva años escriturado a mujeres, para denotar de manera machista y despectiva que se trata de un asunto menor.
Por fortuna no en todas partes se piensa así. Medellín ha vivido una transformación tan importante desde los tenebrosos 80 hasta hoy, que fue tomada como ejemplo en el VII Foro Urbano Mundial de ONU Hábitat realizado el año pasado. En ese proceso de cambio la cultura ha sido columna vertebral: bibliotecas públicas en barrios en que sus habitantes no pueden darse el gusto de una librería, o el cluster de música que genera empleos e ingresos (como piden los economistas) son solo dos ejemplos de este proceso.
La cultura fue el tema del foro que citaron el pasado jueves la Universidad de Caldas y la Mesa Sectorial de Industrias Creativas con los candidatos a la Alcaldía de Manizales. Allí aparecieron los temas que inquietan a los miembros del sector, quienes expusieron más reclamos que elogios: El debate sobre si el municipio debe financiar eventos o procesos; la promoción de la cultura de élite vs la cultura popular; la desarticulación de las políticas culturales con las educativas; la falta de oferta en barrios de estratos bajos, y la contradicción que implica que una ciudad universitaria, eje del conocimiento, tenga debilidades tan protuberantes en su oferta de bibliotecas, casas de cultura, museos y otros espacios, que hoy dependen en buena medida de los esfuerzos que hacen las universidades, Confa, el Banco de la República, el Centro Colombo Americano, la Alianza Francesa y otros entes del sector privado.
En medio de la discusión hay una realidad de bulto: las asignaciones de recursos evidencian las prioridades de quienes gobiernan y el presupuesto del Instituto de Cultura y Turismo para 2015 es de $10.200 millones, de donde pagan nómina, luz, agua, teléfono, Feria, reinados, temas de turismo, etc. La plata no alcanza para danza ni teatro, ni para la revitalización cultural del centro histórico, o para proyectos de paisaje cultural cafetero. Mucho menos para bibliotecas que funcionen por las noches o que al menos abran los sábados por la tarde, los domingos y festivos, que es cuando la gente tiene tiempo para ir a leer por placer. Y eso por no mencionar las urgentes necesidades en materia de dotación (y ni hablar de la situación en otros municipios: el presupuesto de inversión de la Secretaría Departamental de Cultura ronda los $1.600 millones).
Nunca, en ninguna campaña electoral, un candidato afirmará que la cultura no es importante. Claro que le parece importante, como también la salud, la educación, la movilidad, la seguridad y el largo etcétera que compone la agenda pública. No obstante, la forma en la que se prioriza el gasto genera que se den situaciones tan paradójicas como que los mismos actores culturales se indispongan por los recursos que se destinan para Manizales Grita Rock, el Festival de Teatro o el de la Imagen, porque cuando la pequeña cobija presupuestal arropa a estos eventos deja descubiertos otros procesos más invisibles pero también necesarios.
En teoría, tan exigua chequera tiene la pírrica ventaja de hacer de este sector un espacio poco atractivo para la rapiña politiquera. Sin embargo en el foro se manifestaron acusaciones que desde la Corporación Cívica de Caldas nos gustaría conocer en detalle y con pruebas, para presentar las denuncias pertinentes, sobre supuestas exigencias a funcionarios del sector, de entregar sus hojas de vida con la firma de algún respaldo político para lograr la renovación de sus contratos de prestación de servicios.
Acá como en todas partes la cultura le debe mucho al quijotesco esfuerzo individual de sus hacedores. Ojalá en 4 años también muestre logros para reconocerle a los próximos gobernantes.
Pie de página: Manizales se une a la jornada mundial de Al aire libro. Desde la Alianza por la lectura los invitamos este viernes de 2 a 6 al Cable. Lleven un libro que quieran leer. Si no tienen, allá consiguen.
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