Alguna vez escribimos un interrogante que aún no ha tenido respuesta por quienes figuran como directores, como jefes máximos, como orientadores del Liberalismo: ¿Qué ha ocurrido con el Partido Liberal? ¿Qué ha pasado con su fondo doctrinario y con su inmensa capacidad de hacer una revolución social como inspirador de la vida política del país y como timonero de las grandes esperanzas nacionales?
Hoy esa vieja imprecación la tenemos que escribir como dijera Camus por encima del dolor de los hombres, a pesar de la sangre y de la ira, a pesar de los muertos irremplazables, de las heridas injustas, de las balas ciegas, no hay que pronunciar palabras de dolor sino palabras de esperanza, de un inmenso sueño de colombianos a solas con su destino.
Pero lo que ocurre es que el Partido Liberal se ha disminuido en la maraña de la mediocridad que no tiene formación intelectual, humanística y doctrinaria salvo las obvias excepciones de toda regla, creyendo nosotros siempre que actuar como liberales es una manera de concebir el mundo dentro de un histórico predominio de la inteligencia hacia el pensar las soluciones reales y profundas de una sociedad anhelante.
Necesitamos una gran unidad liberal. Necesitamos que el señor presidente Santos diga que ha sido, es y sigue siendo Liberal para acabar con ese invento de la U donde pernoctan distinguidos liberales y no muy pocos cazadores en río revuelto; que el doctor Vargas Lleras haga lo propio y diga que sigue siendo Liberal y termine con esa división absurda que tiene perjudicado al país y que lo único que hace es alimentar pretensiones electorales, burocráticas, egoísmos y propiciar la más desenfrenada orgía de amor por las urnas, cuando lo que exige la nación es una seria, honesta y ética unidad del liberalismo.
Tenemos que eliminar esa inmensa cantidad de factores disolventes que "amenazan romper catastróficamente la unidad espiritual de la patria al quebrantar la constante histórica de su sensibilidad republicana y el liberalismo tiene que hacer un examen de conciencia colectivo para indagar si el sentimiento que nos congrega en este momento decisivo responde o no a aquellas excelsas tradiciones".
Por eso seguimos preguntando, al parecer, arando en el mar, ¿dónde está el Partido Liberal? Cuándo vamos a organizarlo con directorios respetables y honestos, tanto municipales como departamentales para que las decisiones de la comunidad sean por votación colectiva y libre y los candidatos salgan nominados a los cuerpos colegiados como producto de una consulta y proclamación popular y democrática para que recuperemos la honestidad y la dignidad y nuestros dirigentes vuelvan a ser expresión de inteligencia lúcida, voluntad indeficiente, valor indomable y para resumir, como dijera el poeta: hombres y damas de "manos limpias y corazón sereno" y que sea la sustitución para siempre de la "descaecida y tramposa viveza electoral".
Insistimos en una organización política de unidad para rehacer un Partido Liberal doctrinario, programático, erradicado de vicios, que sus jefes no estén cercanos a la Picota, liberales que le sirvan al país sin desviar la tarea administrativa. ¿Qué se hizo el Partido Liberal? ¿Cuándo lo volveremos a ver inundando plazas en busca de su auténtico futuro? ¿Cuándo volveremos a ver convenciones populares libres de componendas y trampas y dineros corruptos, y candidatos lejos, muy lejos, del código penal?
Volvemos a recordar para finalizar las palabras del maestro Darío Echandía: "La politiquería es una perversión, una falsificación, una prostitución de la política. La política fue inventada para que unos hombres especialmente dotados de conocimientos, de habilidades y de aptitudes tomaran sobre sí la responsabilidad de dirigir los Estados. Sin embargo lo que fue una noble vocación ha degenerado un oficio vulgar de ganapanes. Estos lo que buscan al perseguir las dignidades no es siquiera la dignidad sino simplemente la paga. Son los que emplean todos los medios, las intrigas más viles, las mentiras, la falsificación de los sentimientos más nobles, para engañar la multitud, cuando la finalidad esencial de la Democracia, es que quienes quieran representarla sepan interpretar fielmente los verdaderos anhelos, sus verdaderas necesidades, sus verdadero derechos".
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