En su editorial del pasado 21 de marzo (Día Mundial del Agua) el periódico El Espectador reclamaba la apertura de espacios para "un ambientalismo ilustrado y razonable", esto es, uno que supere el "ambientalismo radical" del cual el editorialista sugiere "explicables sus contenidos, mas no siempre justificables sus métodos". El mismo editorial llama la atención sobre la torpeza política de los mensajes del ambientalismo radical, no porque sea innecesaria la denuncia, sino porque la radicalización polariza las opiniones y ha llegado a generar algún desprecio por lo ambiental. En el mejor de los casos, produce solo indignación, pero esta suele distar de la acción efectiva.
Es apenas obvio que se movilicen sentimientos de indignación, frustración y desconcierto ante imágenes como las que hemos visto circular las últimas semanas, a propósito de la escasez de agua superficial en Casanare. No es deseable y debe movilizar la acción pública, privada y ciudadana, el hecho de encontrar varios cientos de animales muertos y tierras de apariencia desértica. Quizá sirva para que además pongamos el ojo y la reflexión en las condiciones de vida de cerca de 300 mil personas (6 mil de ellas indígenas) que con seguridad son menos favorables que las del caldense, el bogotano o el antioqueño promedio.
Pero así como abundan las expresiones de indignación, algunas emergentes del Ambientalismo Radical, una parte de la discusión se ha orientado a señalar culpables: Petroleras, palmeros, ganaderos, gobernantes… seguro cada uno de ellos con alguna cuota de responsabilidad, pero la verdad, sin ninguna certeza de sus características y dimensiones. En medio de ello, los llamados a la sensatez han sido tildados -cuando menos- de sesgados, irresponsables y cómplices.
No solo ha sido valiente y responsable la postura de la Directora del Instituto Alexander von Humboldt, Brigitte LG Baptiste, quien ha hecho presencia en la zona con sus equipos de investigadores, pero además ha afrontado debates llamando a la cordura, proponiendo que la ciencia ayude a encontrar los factores desencadenantes del problema, y que la pluralidad y diversidad de las instituciones y ciudadanos ayudemos a construir las soluciones, a partir de lo que la ciencia encuentre como evidencia. Un par de trinos suyos señalan, con razón, que no tenemos tantos datos como gritos y que la tarea de la ciencia es dudar de lo obvio, para demostrar desde el conocimiento.
Lamentablemente, la responsabilidad, la objetividad y la mesura de quien lidera un grupo de científicos, se interpretan como amaños, e incluso se le cuestiona sin argumentos, esgrimiendo en déficit cuestionamientos a su posición laboral, las características de su cargo, sus preferencias de atuendo… es decir, nada ilustrado ni razonable.
Nadie puede minimizar los efectos que nuestros modelos de uso y consumo están generando, así como las incertidumbres que tenemos frente a condiciones como la variabilidad del clima. La sequía de hoy en el Casanare en algo se parece a la torrencialidad de los aguaceros en Caldas, al menos son similares en cuanto a la incertidumbre y la necesidad de conocer a fondo sus características para poder adaptarnos, porque lo que parece claro es que son situaciones sin retroceso. Pero no ayuda la desinformación y la celeridad mediática. Por ejemplo, Noticias Caracol ha presentado la desecación de lagunas y ciénagas en el departamento del Atlántico, y se lo han atribuido al incremento de temperaturas (sin datos), cuando lo evidente en las imágenes es el problema de la sedimentación por los suelos que se pierden y los sólidos que se arrojan desde el Huila hasta el Caribe.
Un ambientalismo que solo se indigna (y no se hace preguntas) no es solo un ambientalismo radical, es también un ambientalismo hipócrita, porque muchos de quienes reclaman la supresión de la minería, la defensa de las ballenas o la protección de los páramos, nunca se preguntan si pueden seguir vertiendo aceite por los sifones, si se puede separar en casa al menos lo que se pudre de lo que no, si en un centro comercial se consume más plástico que comida y si alguien, inmediatamente después de nosotros, está tomando agua o tratando de aprovechar un suelo que inconscientemente contaminamos. Nada puede cambiar si no es uno mismo el que cambia.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015