Guillermo González Arenas: uno de los músicos destacados de Caldas. Los mayores lo olvidaron porque hacía mucho se había ido de Manizales y los jóvenes no tenían idea de él, porque para ellos todo lo que ocurrió de dos meses para atrás pertenece al Pleistoceno. Fue su padre el maestro Pacho González, autor de 300 obras, entre las cuales dos deberían conocer todos los caldenses: el bambuco 'Morena de la cabaña' y el pasillo 'Muertos que lloran'.
Cuando en 1955 el gobernador, coronel Gustavo Sierra Ochoa, fundó la Orquesta Sinfónica de Manizales, Guillermo González se vinculó a ella. (El conjunto grabó la versión original de 'Feria de Manizales' cantado por la española Conchita Lirio, pues Régulo Ramírez se negó porque no tenía tiempo que perder).
De ella hacían parte músicos italianos refugiados de la Segunda Guerra Mundial y con González fundaron la orquesta Ritmo & Juventud, para amenizar las fiestas del Club Manizales. Se transformó en la Italian Jazz como conjunto de planta del Club Unión de Medellín, tal vez en reemplazo de Lucho Bermúdez.
De las composiciones de González, las más entrañables para Caldas son el pasodoble 'Manizales en feria', cantado por Ómar Ramírez, hermano de Lucho Ramírez, que revive la nostalgia por la ciudad de hace 50 años. También el pasillo rápido 'Viva la feria'.Y entre las grabaciones de la Italian Jazz, destaca la del 'Himno del Carnaval de Riosucio', en 1962, cantado por el bolerista Gustavo López.
Paz en la tumba del maestro.
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Albeiro Valencia Llano: ayer, el gobernador Guido Echeverri impuso al historiador pacoreño la Orden 'Alejandro Gutiérrez', en la categoría 'Aquilino Villegas' (lo que sea que esto último signifique). Condecoración merecida por quien, sin duda, es el primer investigador académico del pasado de la región.
Con Albeiro, Caldas pasó de los cronistas a los historiadores. Antes, Luis Londoño O., el padre Fabo y una columna en LA PATRIA de los años 60, titulada 'Del Manizales que se fue', dejaron deliciosos relatos de los tiempos idos, pero carentes de análisis y contextualización con las corrientes sociales, políticas y culturales que corrían por Colombia y el mundo.
Desde comienzos de los años 80 empezó Valencia a explicar por qué ocurrieron determinados episodios y cómo configuraron la comarca, de tiempos prehispánicos para acá. Ha escrito sobre lo divino y lo humano del departamento y, dadas su juventud y energía, podría desplazar a Otto Morales del primer lugar como prolífico autor.
Enumerar las obras de Albeiro coparía este espacio. Baste con decir que todas están dirigidas al gran público. Son didácticas y fáciles de leer. Carecen de pedantería y no pretenden descrestar a los colegas, que suelen ser el defecto de los tratados de historia en Colombia.
Felicitaciones al profesor.
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Julián Bueno Rodríguez: el jueves 5 de mayo, el secretario de Cultura de Caldas, Lindon Alberto Chavarriaga, hará reconocimiento a la trayectoria de este folclorólogo riosuceño, en desarrollo de un encuentro de secretarios de cultura del departamento. El momento es apropiado, pues el homenajeado se desempeñó como director de cultura de Riosucio durante 29 años y sobrevivió a un número casi similar de alcaldes, algunos de los cuales le 'hicieron la vida a cuadritos'.
El reconocimiento no es por ese milagro de supervivencia sin hacer política, sino por los 46 años que lleva al frente de las Danzas del Ingrumá. Por recuperar expresiones folclóricas de gran autenticidad, de las cuales 42 danzas autóctonas. Por sacar a la luz la identidad cultural del departamento. Devolver a las comunidades lo investigado en ellas. Aplazar durante 30 años la crisis en que hoy se debate el Carnaval de Riosucio. Lograr que la recepción del Nobel de Literatura por García Márquez tuviera la presencia de Caldas, y un largo etcétera, siempre con el propósito de exaltar lo propio.
El año pasado, Bueno ganó la Beca Nacional de Investigación en Danza del Ministerio de Cultura, que permitirá la publicación de su libro 'La danza caldense'. Pero todavía tiene veinte libros de similar valor, que deben ver la luz algún día.
Caldas y Riosucio tienen enorme deuda de gratitud con él. Por fortuna, Chavarriaga tiene claro que no se pagará con homenajes, sino perpetuando su labor investigativa y devolviéndola a sus reales depositarios.
Larga vida al investigador.
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