El lunes 20 de junio de 1921 circuló la primera edición de LA PATRIA, que el pasado martes 21 conmemoró 95 años de ininterrumpida presencia en las calles de Manizales y los pueblos de Caldas. Salió rodeada de enigmáticos augurios como anuncio de su larga vida: hubo temblor de tierra al anochecer de ese día; se sintió en el departamento y dio tema de charla a la hora de la comida. Y el mundo estaba pendiente del paso del cometa Pons-Winnecke, que no se vislumbraba a ojo limpio y se rumoreaba que chocaría el 24 contra la Tierra. 
Cuarenta años después, ejercité en sus tiras cómicas los pespuntes de lectura que daba el texto escolar La alegría de leer. Sobre los profundos diálogos de Supermán, Tarzán, Pancho y Ramona, Benitín y Eneas, El Fantasma y Lorenzo y Pepita pasé del tartamudeo a cierto leer fluido, que me permitió sufrir con los avatares del Once Caldas, idolatrar a sus futbolistas y emocionarme, sin saber por qué, con las crónicas antañonas de la columna 'Del Manizales que se fue'. 
En aquella época el hogar cobraba vida a las seis de la mañana, cuando el siseo del ejemplar aventado debajo de la puerta marcaba la hora de levantarse. Si era domingo, de tener el privilegio de ser el primero en leer los 'muñequitos', como llamábamos las tiras cómicas. (Disculparán los lectores jóvenes, si los hay, pues no saben de qué hablo). Era tan ancho el formato del impreso, ocho columnas por página y una letrica apretada, apretada, que los niños debíamos leerlo en el suelo o el comedor.
Aun así, nos enteramos de la carrera espacial entre EE.UU. y URSS (empezaba el siglo de las siglas); los astronautas gringos eran los buenos y los soviéticos los malos. Eran tan limpios los cielos manizaleños, que ocasionalmente veíamos la lucecita de algún satélite cruzar el firmamento, la cual seguíamos con la boca abierta hasta que se perdía detrás de la montaña. 
Una esplendorosa mañana de 1962, que antecedieron muchos días de torrencial llover, hubo un espectáculo inolvidable: la cordillera era blanca desde el páramo de Letras hasta más abajo del de Santa Rosa; los tres nevados eran uno y la escarcha bajaba, quizás, hasta La Esperanza. Poco se trabajó o estudió, pues nadie quería perderse del inusitado panorama. Don Carlos Sarmiento se encaramó al barranco que cubría la Cueva del Ángel (añorada por Humberto de la Calle) en Campohermoso y desde allá tomó la foto que salió a ocho columnas en LA PATRIA. Y en primer plano ¡estaba mi casa!
En 1969, por la época en que llegaba el hombre a la Luna, el periódico pasó del linotipo al sistema 'off-set'. El original 'sistema caliente' se conservó para hacer impresos de pueblos o colegios, prolongando la vigencia de los linotipistas, genios del arte de 'leer' al revés con las yemas de los dedos. 
El nuevo 'sistema frío' fue sensación, por ser el primer periódico de Colombia en usarlo, convirtiéndose en escuela de especialistas, que continuamente sonsacaban de Bogotá y Cali. Los lectores se asombraban con las desconocidas fotos a color, sin saber que el proceso duraba ocho horas de trabajo a oscuras. La nueva tecnología se llevó los honores con la edición especial conmemorativa de los 50 años del diario. (¿Por qué no sacar una edición facsimilar?).
El rotativo se hacía en la vieja sede de la 20 con 22 que aún no tenía el segundo piso. La oficina del director, Dr. José Restrepo, quedaba frente a la 'armada invencible' donde se configuraba cada edición y hasta allá llegaba la zarabanda de los armadores. Fue padre del Dr. Luis José, a quien debo parte de mi carrera periodística, y abuelo del actual guía del diario.
Desde aquel lejano junio 20 de 1921 han corrido ríos de tinta en LA PATRIA. Nonagenaria y todo, permite estar al tanto del inquietante mundanal despiporre. También sosiega, pues al ver que Óscar Gaviria Valencia, José Rubiel López, Alberto Moreno Armella y Jorge Molina Marulanda salen en fotos sociales, un día sí y el siguiente también, lo cual indica que la situación no está tan grave.
Sigue emocionándome el lema, 'El periódico de casa'. Es entrañable, familiar, cercano. Me recuerda que en ella me crié profesionalmente.