Marejadas de tinta y cataratas de babas ahogan el país desde hace seis años, a causa del mal llamado proceso de paz con la Farc. De los sinsentidos dichos y escritos, algún líder provincial dijo una frase plena de sentido: “Quienes más se oponen a la paz, son quienes menos han sido perjudicados por la guerra”. Luego hay que hacerse del lado de los más afectados y llegar hasta el final, en medio de tanta pregunta sin respuesta que surge.
Para no desfallecer en este largo y fragoso camino, es mejor recorrerlo paso a paso. El más reciente fue el beneplácito de la Corte Constitucional a la ley de convocatoria del plebiscito para aprobar o no los acuerdos de La Habana. Fallo decisivo, pues no admite más vacilaciones del Gobierno ni dilaciones de los 'farcos'.
Lo que falta es más de forma, pero no de menor importancia: concentración de guerrilleros; proyectos de ley y de consulta ciudadana; zonas de reserva campesina, circunscripciones de paz para elegir congresistas (¿cuántos políticos tradicionales se 'reinsertarán' para poder postularse?); selección de magistrados del Tribunal de Paz. Y algo fundamental: si la firma del armisticio será en Colombia o en Cuba, como quieren los guerrilleros, quienes podrían sufrir del 'síndrome de Estocolmo' con las playas de Varadero. Lo más trascendental será que la entrega de armas la hagan antes de votarse el plebiscito; un resultado negativo para la insurgencia... revelaría su verdadero carácter.
Mejor dicho, las partes deberán demostrar si están o no con la paz. A más tardar, a finales de septiembre deberá aprobar el Congreso, divulgar y difundir (a ver si dejan el estúpido 'socializar') los textos del acuerdo, convocar a votación popular y organizar las campañas por el 'sí' o por el 'no'. Se permitirá a los empleados públicos hacer campaña en favor o contra, sin promover partidos o candidaturas, para impedir una estampida de ratas desde el Congreso, en el intento de morder el mayor bocado del nuevo queso.
El anuncio del saludable veto lo hizo la presidenta de la Corte, María Victoria Calle, la misma 'Tota' que en Pereira fuera respetada jueza y exitosa abogada, nuera del poeta Luis Carlos González y alma de los festivales del bolero y del bambuco. Esta digresión es para que la parroquia se sienta orgullosa de una de los suyos.
Quizás a esta hora ya la Corte Constitucional envió la sentencia 379 del pasado lunes a los presidentes de Senado y Cámara de Representantes. Tal vez estos remitieron la ley estatutaria a Presidencia, para su sanción. Y hasta puede darse el milagro de una pronta firma, lo cual permitirá convocar a comicios. Casos se han visto. En cambio, no se sabe si en la Registraduría Nacional hay voluntad, personal y dineros para organizar el plebiscito en tan corto tiempo.
En el supuesto de que todo lo anterior configure el primer 'sí', obtener el definitivo no será tan difícil. Solo deberá darlo el 13% del potencial de votantes, lo cual equivale a 4.396.626 ciudadanos. ¿Serán más los que quieren lo contrario? Uno podría ser el abogado Iván Cancino, quien en declaraciones a Colprensa consideró que la Corte debió dejar el umbral en 25%. O sea, casi el doble de personas de lo ya establecido.
Todavía falta otra riada de tintas y salivas para debatir cómo deberán redactar la pregunta que contestaremos los colombianos. Según dijo a esa agencia noticiosa el coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez, “no podrá ser acerca de si aprueba la paz o la guerra”. ¿No?
Juan Manuel Santos anunció el fallo de la Corte Constitucional con sus frases de cajón, tan entusiastas que parecía más un motivador de terapias de grupo que el gobernante que no ha podido ser. Al otro lado, a la guerrilla no le luce su oposición, evidente o insinuada, al derecho del pueblo a expresarse, pues figura en el ideario insurgente y por defenderlo ha destrozado durante medio siglo a la sociedad que hoy desea ejercerlo.
Todo esto induce a preguntarse si el 'sapo' de la paz cabrá por la garganta. A pesar del riesgo de atragantarnos, respaldo el 'sí'. Colombia merece la oportunidad de vivir sin zozobras y comprobar de una vez por todas si Santos y la Farc tienen o no 'palabra de hombre'.
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