Sorpresa e inquietudes genera la propuesta de candidatos a diferentes Alcaldías de ciudades capitales, que hacen eco a una tendencia creciente entre la opinión pública y quizá impensable como propuesta de campaña años atrás: Hospitales públicos para mascotas. Sin duda, es conveniente el incremento de una conciencia sobre el bienestar y el cuidado, que ya no solo se centra en los seres humanos, sino que se extiende a las diversas formas de vida y reclama dignidad para los animales en particular, mucho más cuando estos han visto modificadas sus formas de vida naturales para convertirse en compañía, y me atrevo a decir, miembros de nuestras familias.
Las inquietudes que me surgen de estas propuestas son de distinta índole. En primer lugar, pensando en la naturaleza de los recursos que administra una Alcaldía, no imagino cómo las transferencias del Sistema General de Participaciones pudieran invertirse en un Hospital para mascotas, cuando los criterios de distribución y asignación de recursos corresponden a la población humana, y se obliga la inversión en mecanismos que promuevan su bienestar. Tampoco imagino la inversión de recursos propios, porque en mi limitada comprensión de lo presupuestal, entiendo que los esfuerzos de recaudo (siempre mayores en proporción al recaudo mismo), se justifican por los logros en inversión, que siempre será insuficiente frente a las necesidades y demandas de los ciudadanos.
Pero la inquietud mayor me surge cuando contrasto estas propuestas con las cifras del reciente Censo Nacional Agropecuario, según el cual solo 10% de los campesinos reciben asistencia técnica, sin mencionar la precariedad de sus servicios de salud y otros servicios que debería propiciar el Estado. La naturaleza de esta inquietud tiene que ver con aspectos diferentes a las propuestas de campaña. Se refiere a la vocación y orientación de los profesionales del sector pecuario, que en un escenario de deterioro de la institucionalidad que atendía las demandas del mundo rural, cada vez más se conciben como agentes de la salud y el bienestar de los animales y menos como garantes de la nutrición de los seres humanos a través de la producción de proteína animal en adecuadas condiciones de calidad, oportunidad y costo.
Como Médico Veterinario Zootecnista me formé con la convicción que mis pacientes podrían ser los animales, pero mis clientes y la razón de mi trabajo, siempre serían los seres humanos para quienes los animales eran importantes, bien como fuente de alimento o bien como compañía. Si bien en mi época de universitario no se pregonaba el concepto de la “responsabilidad social”, era claro para mis profesores el discurso sobre la naturaleza de una profesión llamada a innovar en las formas de producción de alimento y contribuir a restar el hambre y la desnutrición en el mundo. La de los seres humanos, por supuesto.
Hoy día, la vehemencia en el discurso del “animalismo” ha motivado movimientos que en alguna medida parecen inconsecuentes con la situación de marginalidad y desprotección de una gran cantidad de seres humanos. Y no es que defienda la postura antropocentrista del mundo occidental. Lo que creo es que una sociedad que encuentre niveles de bienestar aceptables, y distribución equitativa de los mismos, podrá mirar con decisión, mucho más que con sensibilidad, a la garantía de bienestar de las demás formas de vida. Adicionalmente, si bien considero justo que se cuide la salud de los animales y se garantice su protección, creo que los recursos públicos solo pueden destinarse a atenderlos, cuando estén satisfaciendo plenamente las necesidades de los ciudadanos.
Hay una evolución natural en la orientación, los currículos y el desempeño de todas las disciplinas; pero en el caso de los Médicos Veterinarios Zootecnistas parte de esa evolución es presionada por la orientación de los jóvenes estudiantes, que idealizan un ejercicio profesional a partir de lo que ven en los canales por suscripción, y que solo corresponde a una realidad distinta de la nuestra, además distorsionada como en todos los “realities”. Esto, lamentablemente, no es una sorpresa para muchos de mis colegas. Quizá sí lo sea el curso actual de una demanda que pretende que se declare inconstitucionalidad sobre nuestro título, aspecto al que espero referirme en una próxima columna.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015