Hay dos palabras que abren todas las puertas: ¡Hale y empuje!
Bueno, era solo para sonreír y asimilar lo que sigue:
En realidad sí hay dos palabras que abren todas las puertas: Amor y Humildad.
Son virtudes doradas y te mantienen en sintonía con Dios y en un estado de gracia y plenitud.
La pregunta es ¿cómo llegar al amor verdadero y no engañarse con los sucedáneos del amor?
No es fácil, pero tampoco es un laberinto sin salida. El amor viene de Dios y solo con Él se recibe y se da.
Por eso un sabio maestro acertó cuando dijo: “El amor es la consciencia de Dios en ti”.
A un alma enamorada de Dios no le cuesta comprender, darse, perdonar, tolerar, ser humilde y respetar.
Con Dios no hay espacio para el orgullo, solo hay un trono de luz para la humildad y la felicidad.
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