Razón tenía el filósofo Montaigne al decir: “El modo espantoso como vemos la muerte nos asusta más que la muerte misma”.
La cultura y los credos le harían un gran bien al ser humano eliminando tantas creencias ligadas al temor.
Es imposible que exista un infierno eterno si Dios es un Padre bueno y amoroso.
Por la misma razón no puede existir un juicio, sencillamente cada ser se autoevalúa y recoge lo que ha sembrado.
La eternidad no es ver angelitos, es seguir aprendiendo y practicando las lecciones del amor.
El más allá no es un descanso eterno, ¡qué aburrimiento! Es vida verdadera sin un cuerpo material.
Allá seguimos compartiendo con los que amamos en esas distintas Moradas de las que habló Jesús.
Claro que todo esto pide leer la Biblia con esa mente abierta que necesitan los que la toman de un modo literal o con un fanatismo que es anticristiano.
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