¿Cuántas personas son religiosas en el mundo? La mayoría, aunque no vayan a los templos.
Por lo mismo el mundo debería estar lleno de amor y libre de odios, asesinatos, corrupción y porquería.
Lo triste es que no es así y entonces es pertinente preguntarse: ¿Para qué sirve la religión?
Para nada mientras no se vea en una buena conducta que es lo que menos sucede.
Se cuenta que en un teatro el presentador anunció que el alcalde acababa de sufrir un infarto fatal en su palco.
“Que le den caldo de pollo” gritó una señora. Murió, señora, dijo el presentador. Y ella insistió “Que le den caldo de pollo”.
Bueno, eso es la religión para muchos, como caldo de pollo para un muerto. Sin buenas obras la fe está muerta.
Sin espiritualidad la religión es un embeleco, un cómodo autoengaño, un sedante para la conciencia.
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