Papá, mamá, vale la pena que usted se detenga a profundizar la expresión “poca tolerancia a la frustración”.
Usted la genera cuando les hace todo a sus hijos, los sobreprotege y crea relaciones dependientes.
Casi puede decirse que para un hijo es más dañino mimarlo en demasía que abandonarlo.
En el primer caso se anula, en el segundo él puede ser un luchador para salir de la cueva del anonimato.
Un buen número de alcohólicos y adictos son seres incapaces de afrontar obstáculos con fe y coraje.
No pueden porque sus padres nunca se los permitieron al criarlos en una burbuja protectora y castrante.
Poca tolerancia a la frustración tiene el bebé que siempre logra lo que busca llorando o con rabietas.
Ojo, queridos padres, no llamen amor al pesar, al mimo exagerado y a la odiosa sobreprotección.
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