Aunque suene paradójico, nunca estamos solos y siempre estamos solos. Extraño, pero cierto.
Nunca estás solo porque Dios no te deja, tus ángeles tampoco y, además, puedes hacerte compañía a ti mismo.
“Hoy quiero estar conmigo”, decía un sabio, consciente de que al amarnos no necesitamos depender de otros.
Estás bien si disfrutas de paz interior, sin esas batallas internas que destrozan el alma y crean ataduras.
La verdad es que solo estás bien con otros si estás bien contigo mismo, si te amas de verdad.
También habrás comprobado que, incluso acompañado, hay un reducto al que nadie entra.
En el fondo siempre hay un espacio de soledad que nada ni nadie puede llenar, solo Dios.
Ten presente que no es lo mismo estar solo que sentirse solo. Estás tan solo o sola como tú mismo-a lo decides.
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