Padre celestial, gracias porque me das la fuerza de tu Espíritu para ser intrépido, cambiar y romper cualquier cadena.
Si vivo unido a ti, nada ni nadie me esclaviza y avanzo sereno y confiado por el sendero del amor.
Tú, Dios mío, me das ímpetus para explorar nuevos espacios, asumir otras creencias y no estar estancado.
Dios del cielo, que yo tenga una mente universal y un corazón abierto a todos los seres humanos.
Contigo todo mejora y cada día soy más flexible y menos rígido, más compasivo y menos severo.
Necesito estar lejos de posturas intolerantes, de un orgullo que ciega y de moralismos odiosos.
Te alabo, mi Dios, porque me colmas de amor, el mismo amor de Jesús, tan cercano a los pecadores y tan ajeno a juzgar.
Contigo yo practico lo que Él vivió y predicó: “No juzguen y no serán juzgados, perdonen y serán perdonados”.
Hallas mensajes, ejercicios y plegarias como esta en mi nuevo libro El Sendero Espiritual. En Librerías Nacional y Panamericana.
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