Hay personas que cada día se dan golpes en el ring del victimismo: soy torpe, soy tímido, no sirvo, no valgo, no puedo.
Así, en lugar de motivarse con afirmaciones estimulantes, se hacen daño con constantes negaciones.
Cuánta falta les hace amarse y nutrir su alma con una espiritualidad sólida y una sana autoestima.
Y al hablar de esto no puedo menos que recordar el ejemplo de Jesús y lo que decía con humildad de sí mismo:
“Yo soy la luz, soy la puerta, soy el camino, la verdad y la vida. Soy resurrección y vida eterna, soy el Buen Pastor, soy la vid”.
Un excelente bagaje de afirmaciones positivas que ojalá te motive a hacer lo mismo desde que te levantas.
Dedica buenos minutos del día a repetirte en voz alta o mentalmente: soy fuerza, soy luz, soy paz y armonía, soy amor, soy salud, soy entusiasmo y alegría.
Tú eres lo que afirmas de ti mismo y siempre te conviertes en profeta de lo que cree, sueñas y esperas. Vuelve a confiar.
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