En un refugio investigativo de orangutanes fue famoso hace años uno muy hábil al que llamaban Fumanchú.
Este animal había aprendido a abrir las puertas con una ganzúa que escondía en medio de su pelaje.
Abría toda clase de candados, liberaba a sus compañeros y dejaba estupefactos a sus guardianes.
En suma, hacía lo que ojalá hiciéramos nosotros sin cesar en el plano espiritual: recuperar la libertad.
Un desafío cotidiano en una sociedad en la que muchos están en cárceles emocionales sin darse cuenta.
Y de allí no se sale con una ganzúa o con la astucia que tuvo el famoso Houdini sino con un despertar de conciencia.
Y surge, entonces, la pregunta que mi amiga Gloria H me plantea al hablar de esto: ¿Cómo se hace click para lograrlo?
La verdad es que cada persona despierta de distinta manera. Lo importante es salir del autoengaño, cuestionarse y buscar.
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