Ni juguetes, ni videojuegos, ni alimentos, no, el regalo navideño estrella en EE.UU. fueron las armas.
Se vendió más del doble que el año 98, año en el que se fijaron ciertas reglas de control, nada firmes.
Cualquier mayor de 18 sin antecedentes, enfermedades mentales, o problemas con drogas puede comprar un arma.
Es inexplicable pero allá solo una reducida minoría desea unas restricciones más severas. ¡Qué paranoia!
Es absurdo pero se aferran a su derecho a poseer armas mientras cada tanto lamentan tiroteos y muertes evitables.
Tras la matanza de 20 niños de Newtown en 2012 se han dado otros 70 hechos más con armas en colegios.
Y en diciembre 31 un bebé de 2 años mató a su mamá. ¡Ay, EE.UU. es un país admirable en tantas cosas, pero no supera su pesadilla guerrerista!
Algo más: Absurdo insistir en una guerra perdida contra las drogas, en lugar de impulsar su necesaria despenalización.
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