Saber y conocer son dos infinitivos indisolubles. Se pertenecen uno al otro como acciones y como posibilidades de vida. La vida está sustentada por aquellos. El escenario del mundo muestra a cada paso y en los instantes el acervo de asuntos registrados en la Cultura. Olvidar es desconocer. De no tener memoria como registro de la historia, las sociedades perecerían, o no tendrían lugar en el mundo. El abandono del conocimiento conservaría en lo más primitivo la vida. Lo que hace que se evolucione y se tenga desarrollo, para bien y para mal, es el conocimiento. Instituciones educativas son el fortín para generar, acumular y transmitir conocimiento. Y en ellas se forman las generaciones, con elementos destacados que asumen de punta el camino hacia la conquista de retos ambicionados. Los métodos de saber y conocer son motivo de la escuela, en todos los niveles. Escuela es la institución erigida por la historia en la sociedad para acunar el conocimiento y para entrenar al ser humano en reconocerse como pensante y actuante en concordancia.
Los docentes, o maestros, o instructores… son guías preparados para conducir procesos, estimulantes en lo deseable, de mejoramiento de la condición humana, más propicia a cumplir acciones o tareas pensando en la responsabilidad que se tiene en las consecuencias, para asumirlas. Personas de este talante son cada vez más requeridas en familia y sociedad. La coexistencia en la diversidad tiene como premisa formas cultivadas de inteligencia y espíritu, para mejor comprender y encontrar o hacer camino para los pasos a seguir.
La ciencia es un andamiaje de observación, experimentación y comprensión, con los elementos de método y conocimiento, en un trasegar no sin errores, pero con acumulación de experiencias, valoradas en los justos términos. Comparar pueblos o culturas, distanciadas en el tiempo, o en sincronía, no es tarea fácil, puesto que cada una dispone de sistema de tradiciones y de maneras de abordar y resolver problemas, cuya valoración no tiene patrones universales. Una cultura, en general, no es mejor o más avanzada que otra; son diferentes. Tema polémico y arduo de desmenuzar. Sociedades supuestamente más avanzadas presentan síntomas de decadencia o autoflagelo de manera más notoria que otras consideradas en un estadio inferior. La confrontación de culturas dispone de escenarios complejos, siendo uno de ellos la guerra, con la operación exterminio del contrario, cuestión terrible que la humanidad todavía no supera, y no sabemos si conseguirá trascender. La lucha por la vida, por la supervivencia, tiene connotaciones de riesgo e intrepidez, en ocasiones con actitudes de afrenta o desafío, hasta de crueldad.
Hay quienes se desviven por consagrar la “identidad” como forma de entender un pueblo, o una cultura, en la historia y en la geografía. Bastará recordar como Amartya Sen la entiende: ‘identidad es tener la ilusión de un destino’, en las modalidades de “identidad benévola” y de “identidades asesinas”. Por deseos seríamos favorables a la primera. Y las segundas, riñen de continuo por imponer y eliminar a las que estiman contrarias. Pero también se tiene la palabra “civilización” para encuadrar sociedades, de acuerdo con sus normas internas, los modos de resolver conflictos, sus costumbres y las maneras de expresión en los diversos campos del lenguaje, favorables a los avances técnicos pero menos a las transformaciones morales y políticas. Con Unamuno preferimos hablar de “pueblos”.
En la educación el motivo es coexistir en la pluralidad, con campo convergente en la solidaridad por la busca y afianzamiento del conocimiento, lo que ha de ser asunto de vida diaria. Despojar la vida de egoísmos, de certezas impuestas, de ideologías y creencias sabelotodo, con aceptación de la incertidumbre, la capacidad de duda, el combate contra el error, y el afán por buscar la verdad. De esta manera la ciencia progresa. Ciencia con logros alcanzados por individualidades, pero de ‘beneficio’ extendido. De ahí la misión solidaria de la ciencia.
En medio de las crecientes problematicidad y complejidad del mundo, vale la pena pensar en formas de construir mundos desde lo pequeño, con sistemas cooperativos de familias para la producción de bienes y servicios, con intercambios o trueque. Y se vienen dando organizaciones de este tipo, de interés solidario, de apoyar y fomentar.
Educación integral, aliada de la ciencia, el pensamiento, la literatura y el arte, es el camino.
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