El Gobierno y las Farc anunciaron esta semana una importante decisión con la que esperan, según sus voceros, que se conozcan las causas y motivos que originaron el conflicto armado en Colombia hace cerca de 60 años. Se trata de la Comisión de la verdad, mecanismo reclamado especialmente por la guerrilla y con el que, según sus máximos comandantes, se revelarán muchas de las verdades de qué fue lo que originó su "lucha" y además permitirá establecer qué ha hecho una y otra parte en ese complejo escenario de la confrontación donde tantas atrocidades se han cometido.
Dicen politólogos y expertos en solución de conflictos que este acuerdo en la mesa de negociación de La Habana es quizás uno de los mayores logros en estos tres años de diálogos, lo que pone en discusión entonces si lo hecho, que además ha demandado esfuerzos, desgaste y millonarias inversiones, fue un asunto de poca monta, teniendo en cuenta que los jefes guerrilleros mantuvieron lo de esta comisión casi como un inamovible.
No sé qué tanto pueda aportar la reclamada Comisión de la verdad en cuanto a la posibilidad de llegar a la paz. Si es así, entonces lo que esto significa es que durante tres años se ha avanzado en asuntos secundarios y de poco impacto (no lo creo) y que la base del proceso siempre ha estado supeditada a un factor de reconocer culpas y responsabilidades frente a lo que el conflicto produjo directa e indirectamente en Colombia y en países vecinos.
Pero asumamos que este grupo que tendrá representantes de uno y otro bando (el legal y el ilegal) comienza a establecer que el conflicto nació de una violencia bipartidista, que después se llenó de bandoleros, que tuvo a integrantes de la policía y del ejército persiguiéndolos sin cuartel y violando derechos humanos, y que esto llevó a que se establecieran unas organizaciones guerrilleras que se adentraron en el campo y las montañas donde contra la voluntad de los campesinos los reclutaron a ellos o a sus hijos y pasaron de una lucha armada en busca del poder a una guerra por obtener dinero ilegal, por secuestrar, y por meter miedo sin importar sus consecuencias.
Este ligero e impreciso esbozo me lleva a plantear que como en el caso del conflicto armado, en el país se necesitan muchas comisiones de la verdad. Y si esta da resultado (???) se pondrán de moda, no las simples comisiones que de hecho ya son moda porque para cualquier mínimo detalle se crea una comisión, sino las comisiones de la verdad (cv). Entonces surgiría la cv de El Guavio, la cv del fútbol profesional, la cv del narcotráfico (que tocaría a la guerrilla), la cv de la salud que tiene en ascuas a este sector, la cv de las megapensiones, la cv del paramilitarismo, la cv de la minería, la cv del Congreso, la cv de la reelección, la cv de los falsos positivos, en fin, hasta la cv por la verdad.
Si es así yo plantearía que en nuestro departamento se cree la cv por el robo a Caldas, la cv de la Licorera, la cv de la Chec, la cv de Aerocafé, la cv de La Dorada, la cv del Agua, la cv de las coaliciones políticas, la cv del Plan Vial, la cv del Relleno Sanitario, la cv de la Zona Franca Andina, la cv del Centro Galerías Plaza de Mercado, y todas las demás cv que se nos ocurra pues eso permitiría el esclarecimiento de tantas cosas por las que todavía hay dudas e interrogantes.
Claro que si la cv del conflicto armado en Colombia va a ser la como la Misión del Café (que no es más que una comisión) que le encomendó a Juan José Echavarría el presidente Juan Manuel Santos para establecer y determinar la reestructuración que necesita la caficultura nacional, pues es mejor que sigan las negociaciones por otros cinco o seis años en La Habana sin ningún avance mientras Fuerzas Armadas y guerrilla se dan plomo, y las Farc siguen volando torres y oleoductos, y generando desplazamiento. Esa sí es la verdad.
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