El momento que enfrenta el mundo moderno en materia de movilidad, y más en países en desarrollo y en ciudades con tantas dificultades topográficas para construir como la nuestra, nos obliga a ser muy ingeniosos y audaces para buscar salidas a los problemas de congestión por falta de más vías, a los altos registros de contaminación del aire por tantos automotores, al aumento descomunal de motocicletas y a la realidad inaplazable de que la bicicleta sea una saludable alternativa de movilización humana.
Y aquí entran a jugar muchos factores que es esencial tener presentes para tratar de hacer las cosas lo mejor posible sin ser extremistas, es decir, sin entrar a frenar el necesario desarrollo de nuestra capital y de municipios vecinos; sin quitarnos derechos a quienes tenemos vehículo automotor, lo que incluye a los motociclistas; permitiendo un sistema regulado de transporte público individual y colectivo, y procurando estímulos y protección para quienes usen o adopten la bici como medio de movilización o de deporte.
Lo primero es lo primero y en ese sentido hay que poner sobre el fiel de la balanza los elementos fundamentales para que una capital como la nuestra puede seguir adelante en su desarrollo, por eso no se pueden dejar al margen áreas como la economía, el empleo, la industria, la educación, la salud, el comercio, la recreación, la seguridad, la competitividad, los servicios públicos, el transporte, la movilidad y la diversión, entre otros.
¿Qué quiere decir esto? Ni más ni menos que tenemos que ir en un orden lógico de prioridades, susceptibles de reformar, de acuerdo con las realidades y necesidades, pero sin cambios o giros bruscos que alteren una dinámica tradicional que da resultados. Lo anterior traducido a nuestro desarrollo diario no es más que explorar la búsqueda de nuevas vías y soluciones complementarias (puentes, túneles, glorietas, avenidas, cables), la urgente implementación del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) que no se tiene y es en gran medida generador del caos vial, y la adopción de medidas de control (o de choque en algunos casos) para contrarrestar situaciones críticas y de caos que van contra la normalidad.
Con relación a la movilidad está demostrado que esta es una ciudad que a pesar de las permanentes congestiones vehiculares en horas pico y en sectores específicos, sobre todo en el centro, área hospitalaria y zonas rosa y universitaria, aguanta con mecanismos de regulación electrónica y humana, como se viene manejando en la Avenida del Centro por los cierres ante la construcción de la Avenida Colón.
Algo sí hay que hacer con respecto a las motos. Si bien hay más carros que motocicletas hoy, todo indica que no será por mucho tiempo, y esa es una realidad indiscutible, aquí y en el país, por lo que algo hay que pensar. Lo que no puede pasar es que muchos de los motociclistas hagan y deshagan en cuanto a la responsabilidad que les cabe como actores de la movilidad y jueguen con sus vidas y con las de otras personas a la hora de conducir en avenidas y vías primarias y secundarias. Y es que el hecho de que de cada 10 accidentes en Manizales 6 o 7 en promedio involucren motos y motociclistas, con una alta tasa de mortalidad, dice mucho de lo que está sucediendo con estos reducidos automotores, pero ante todo con quienes los conducen.
Si no se agrupan más algunas asociaciones o colectivos de motociclistas que no sólo defiendan sus derechos cuando se sientan atropellados por las autoridades sino que procuren entre ellos mismos exigir responsabilidad y respeto de las normas de tránsito, su papel como conductores se va a complicar.
No puede ser que los motociclistas aparezcan como de la nada por los lados de los carros o zigzagueando o que se adelanten en las filas y se pongan delante de los semáforos, para hacer giros o cruces prohibidos porque sencillamente creen que todo lo pueden hacer. Si no se regulan y las autoridades no pueden controlarlos, se van a venir contra ellos medidas coercitivas y restrictivas, con efectos lesivos para tantos buenos de ellos que conducen ejemplarmente.
Y como si fuera poco ahora, ante la proliferación exagerada de motos, Manizales trabaja por la adopción de la bicicleta como mecanismo limpio y saludable de movilidad. Maravillosa idea, que hay que aplaudir y respaldar abiertamente. Sin embargo en un espacio para la circulación de carros tan limitado como el que tenemos, no se puede de la noche a la mañana y sin una larga campaña de sensibilización y de adecuaciones, pretender que los ciclistas, a los que hay que respetar y cuidar por convicción propia y natural, so pena de meterse en complejos y costosos líos judiciales si se atropella uno de ellos así la culpa no sea de uno, los pongan a competir abiertamente con los automotores.
Aquí no hay ciclorrutas propiamente establecidas o construidas solo con ese fin. Se les está arrebatando a los vehículos un espacio que es para ellos, entonces en pocos días cuando esto haya tomado un mayor auge, las autoridades no van a tener otra alternativa que establecer restricciones para los automotores porque la movilidad no aguanta. Eso es válido, pero no es justo. Por eso hay que sentarnos a mirar con detenimiento qué se va a hacer. ¿Acaso les van a cobrar impuestos por igual a quienes tienen motos y bicicletas? No creo que sea justo.
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