El 21 de enero de 2015 -aunque llueva, truene, relampaguee o caiga ceniza- cumplirá sus primeros sesenta años la muy famosa Feria de Manizales, la misma que hizo las ferias en América, según afortunada frase que acuñó y difundió por las ondas hertzianas el inolvidable relator taurino Ramón Ospina Marulanda, que en gloria esté.
Claro que la edición correspondiente al sexagésimo aniversario se celebrará con anticipación en la primera semana del año nuevo, a continuación de la Feria de Cali y antes de la temporada taurina de La Macarena de Medellín.
Escarbando en nuestra carpeta de remembranzas manizaleñas encontramos unos recortes memorables y un folleto de difícil consecución que nos obsequió Jaime Arango Vélez, el de "Tesma", apropiados para darle cuerda al reloj de las nostalgias feriales.
El Tiempo registró así, en su edición de aquel histórico 21 de enero el nacimiento del tradicional certamen de la capital caldense:
Dentro de un ambiente de general animación, Manizales inicia hoy su primera Feria Exposición Agropecuaria, que comprenderá diferentes actos populares, deportivos y culturales: esquí sobre hielo, concurso de trovas, carreras de carros, riñas de gallos, entre otros. (Para las ediciones posteriores desaparecería la referencia a la muestra agropecuaria y sería, simplemente, la Feria).
El diario bogotano incluyó en la misma información este segmento taurino del primigenio evento de pantalón corto que despuntaba con un futuro bastante prometedor:
En la inauguración de la Monumental Plaza de Toros de Manizales se darán tres corridas de toros, así, con bureles de Clara Sierra: el 23, para los diestros José María Martorel (español) y el venezolano César Girón y el rejoneador peninsular Ángel Peralta. El 29 repetirán actuación los mismos toreros, acompañados por Carlos Corpas. La cuarteta de coletudos cerraría la temporada el 30 de enero, en el albero del Barrio La Castellana. Los precios de la boletería eran de no creérselo: barrera de sombra, 50 pesos, de sol, 20 pesos.
Todo era expectativa en el despegue de la Primera Feria Anual de Manizales, creada por el odontólogo Óscar Hoyos Botero, tras asistir en compañía de su gran amigo Roberto Cardona Arias (el precursor de la radio taurina colombiana y autor del institucional ‘Pregón de las Feria’) a la Feria de Sevilla, España, que sirvió de patrón o modelo al festejo que se instituía en la colina iluminada del Ruiz.
En el ejemplar de la programación de la Primera Feria Anual de Manizales, (impreso en 1955 por la Editorial Alfa) encontramos el cuadro de honor: Gustavo Robledo Isaza, alcalde; el Padre Adolfo Hoyos Ocampo, presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas; José María Gómez Mejía, director de Fomento y Turismo; Carlos Gómez Escobar, presidente de la junta central de la Feria; Roberto Cardona Arias, coordinador de espectáculos, y Guillermo Gómez Salgado, secretario general.
Vimos en el abrebocas del programa oficial al entonces gobernador militar de Caldas, coronel Gustavo Sierra Ochoa, coronando a la reina de la primera Feria, Alicia Toro Vallejo, en la Plaza de Bolívar. El acto fue amenizado musicalmente por la Banda Nacional desplazada desde Bogotá por el Ministerio de Educación.
Vendrían después, en sucesiva caravana, en eneros subsiguientes, ingredientes tan decisivos para la festividad como el nacimiento del inmortal pasodoble Feria de Manizales, con letra del poeta ansermeño Guillermo González Ospina y música del artista valenciano Juan Marí Asins; la elección y coronación, en Long Beach, Estados Unidos, de Luz Marina Zuluaga como la única Miss Universo colombiana; la presentación de espectáculos que le dieron mayor esplendor y colorido a la programación como el vistoso Carnaval en el Hielo, La Banda El Empastre, Los Mosaicos de La Alhambra y las Noches de Fantasía que ofrecía en el Teatro Fundadores el ballet peninsular de la bailarina española María Rosa, la prometida del torero colombiano Óscar Cruz.
La apostilla: A partir de las tres corridas con las que se inauguraron al unísono, entre el 21 y el 30 de enero de 1955, la Feria y la Plaza Monumental erigida a un costado del Paseo del Centenario, comenzó a hacer carrera dentro y fuera del país el concepto de los entendidos, según el cual, para ver buenos toros, hay que ir a Manizales. Y el efusivo saludo entre los taurinos de hueso colorado: "Nos vemos en la Feria… la Feria de Manizales".
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