Mucho antes de que comenzara a hacerse famoso como Gabo o Gabito, Gabriel García Márquez recibió por cuenta de sus compañeros de bachillerato, en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá, Cundinamarca, el apodo de ‘Peluca’, por su frondosa melena, de corte afro, con la que acababa de llegar de su natal Aracataca a cursar, gracias a una beca oficial, los cuatro años que le faltaban para coronar la secundaria. Los dos primeros los hizo en el Colegio San José, de Barranquilla, donde empezó a perfilarse como poeta y caricaturista.
Este y otros deliciosos episodios de la adolescencia del gran fabulador macondiano -fallecido hace un año, en Méjico- fueron investigados, documentados y recreados por el escritor y periodista zipaquireño Gustavo Castro Caycedo, exdirector de Inravisión y expresidente de la cadena radial RCN.
En su libro "Gabo: cuatro años de soledad", Castro, quien reconstruyó pacientemente la parte culminante del bachillerato del futuro Nobel, recuerda que fue a su mamá, doña Helena Caycedo, a quien le oyó hablar un día de ‘Peluca’, el muchacho costeño que arribó a la ciudad de las salinas en 1943, a la edad de 16 años. La meca del "Zipa" está a 50 kilómetros al norte de Bogotá.
A una pregunta de Francisco Celis Albán, editor de El Tiempo, sobre ¿cómo se encontró con este tema, tan inexplorado de la vida de García Márquez?, el biógrafo cundinamarqués respondió:
"Una serie de coincidencias me llevaron a investigar su vida en Zipaquirá. Yo nací allí 50 días antes de que Gabo llegara. Mi madre, a quien le gustaba mucho la mitología, cuando yo crecía me hablaba de sus recuerdos de la época en que él estudió allí. Ella fue muy amiga de Cecilia González, "La Manca"’, una intelectual del pueblo que influyó mucho en García Márquez joven. Además, me sorprendía mucho ver cómo ningún biógrafo se había ocupado en detalle de esa parte de su formación como escritor".
¿Cuál era el ambiente que había en Zipaquirá, que hizo que García Márquez definiera su vocación como narrador?
"El colegio al que llegó Gabo, más que un colegio era un centro literario, donde se respiraba literatura. Tenía una gran revista literaria; había un centro literario; frente al colegio los sábados llegaban los intelectuales de Bogotá a la casa de "La Manca"’, que fue mecenas de García Márquez y a través de ella fue como conoció a los intelectuales de Bogotá. Zipaquirá era una ciudad con una vida cultural importante. Tuvo ópera en 1900. Y los profesores que había en el liceo eran escritores y poetas. Carlos Julio Calderón Hermida, profesor de literatura y preceptiva, un maestro que lo convirtió en escritor y Carlos Martín, uno de los generadores del piedracielismo, que fue rector del Liceo que jugó papel clave en la formación del único escritor colombiano que ha ganado el Nobel.
Cambiamos de tercio, con la venia de los lectores, para ir de la semilla del genio literario al llamado "caballito de acero": El remoquete de "Peluca" también lo llevó el malogrado ciclista manizaleño Arturo López, el mejor rutero de comienzos de la década del sesenta, en Caldas, y el principal rival de Rubén Darío Gómez, "El Tigrillo" de Pereira, nacido en Chinchiná.
Don Héctor Pinilla Peralta, quien durante muchos años dirigió el Club Ciclo Estrella, cuenta que López, vecino del humilde barrio El Carmen, era hijo de una vendedora de frutas y verduras en la galería. De 1,70 de estatura, fue un todoterreno sobre la bicicleta. Su mejor posición en la Vuelta a Colombia fue cuarto en la general. Ganó varias competencias regionales, tiempos en los cuales las premiaciones eran con trofeos. Murió trágicamente en 1962, cuando contaba 25 años, mientras descendía a "tumba abierta" al chocar con un vehículo en la curva izquierda cerrada de "Los Halcones", cerca al Hospital Santa Sofía, en cumplimiento de una doble a Pereira.
La apostilla: En Zipaquirá, donde Gabo tuvo a mediados de los cuarenta su primera novia, (la preciosa Berenice Martínez), se corroboró el viejo canto de Gardel, según el cual, "hoy, un juramento; mañana, una traición, amores de estudiante, flores de un día son".
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