Por estos días se tributa en Buenos Aires homenaje a la memoria del periodista y humorista argentino Carlos Warnes, nacido en 1905 y fallecido en 1984, conocido como César Bruto, el más famoso de los cuatro seudónimos que utilizó a lo largo de su carrera. Los otros tres fueron: Uno Cualquiera, Napoleón Verdadero y José Spadavecchia.
Antes de dedicarse a alegrarle la vida a los rioplatenses y echar al bolsillo de atrás su nombre de pila, Bruto fue carpintero. Construía con idéntica maestría desde una cuna para el recién nacido hasta el ataúd para el abuelo.
Sacaba pecho cuando recordaba que lo citó el maestro Julio Cortázar, en su inmortal "Rayuela", y consideraba su mejor carta de presentación "Las partes más famosas del cuerpo humano" que en su sentir eran las siguientes:
El Talón de Aquiles, la nariz de Cleopatra, las piernas de la Mistinguette, la palma de Mallorca, el pie de Atleta, la mano de bleque, el ojo del amo, la cara de Piedra, el pelo de zonzo, la Garganta del Diablo, el ojo de la tormenta, la nuez de Adán y el trasero del mundo.
Avanzaba el gaucho así en su descripción: El abdomen es la parte situada entre el tórax y la pelvis, de gran utilidad para guardar un montón de órganos que no podrían estar en otro sitio.
Explicaba que de la parte de afuera, lo más interesante que tiene el abdomen es el ombligo, que lleva siempre una persona alrededor. Eso sin despreciar los ya mencionados tórax y la simpática pelvis, sobre todo cuando la vemos en determinados cuerpos femeninos.
Y agregaba Bruto: Hemos avanzado mucho en esta materia y dentro de poco estaremos en condiciones de obtener la estructura genética de una buena persona. Todavía no se sabe seguro cuándo ocurrirá, pero será sin duda antes de que hayamos definido qué es una buena persona.
Para don César, no solo la ingeniería genética ha progresado. También los trasplantes, aunque los especialistas aún no han sido capaces de hacer de tripas corazón.
Los cardíacos no son gente de buen corazón y éste es un órgano que cuando suena, para toda la orquesta.
Observemos que el corazón trabaja mientras la vesícula se la pasa haciendo cálculos. Pero no se preocupen por el corazón, les va a durar toda la vida.
Sabemos que el hombre que tiene corazón de oro, músculos de acero, voluntad de hierro y pies de plomo, puede especializarse en mineralogía, y al de cabeza de chorlito, cara de perro, vista de lince y estómago de avestruz, le va a resultar conveniente dedicarse a la zoología.
La apostilla. El humorista gaucho redondeada así su idea, tras señalar que las varices son venas que se quieren hacer ver: "No es fácil saber mucho sobre medicina, más aun considerando la cantidad de órganos que hay, pero nos consta que el que pierde el ojo derecho tiene la mirada siniestra, que los especialistas en enfermedades nerviosas no tienen pacientes, que los dermatólogos van derecho al grano y que si el cerebro fuera tan simple para comprenderlo, nosotros seríamos tan simples que no nos podríamos comprender".
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