El próximo domingo, 12 de julio, se cumplirá el trigésimo aniversario de la sensible desaparición de José Fernando Corredor, uno de los periodistas más completos que parió Manizales en el siglo pasado.

Conocimos a este gran valor humano en los albores de la década de los años 60 cuando combinaba sus estudios de derecho en la Universidad de Caldas con el periodismo deportivo. Era corresponsal en esa especialidad para El Tiempo y redactor de Nuevo Estadio, semanario salido de las entrañas de LA PATRIA.

Desde nuestros primeros roncitos con Canada Dry, en el bar "El Cortijo", de Alberto Loaiza, "El Perro", adivinamos que el hijo de doña Anita estaba más hecho para el periodismo que para las leyes, los incisos y los códigos. Hablaba más del bello oficio que nos tocó en suerte y muy poco, casi nada, de jurisprudencia.

Nuestro primer director, Eucario Bermúdez, acogió una propuesta nuestra para vincularlo a "Ya", el noticiero de Transmisora Caldas que tenía el nombre más corto del mundo. Al pequeño grupo se sumó también Alonso Parra, corresponsal general del diario de los Santos en Manizales.

Casualmente, cuando Parra decidió marcharse a Nueva York, donde a la postre se doctoró en leyes, José Fernando lo sucedió como jefe periodístico de la oficina de El Tiempo en la Ciudad del Ruiz. Y le confió la parte deportiva a otro redactor.

Al autor del Contraplano -que entonces oficiaba como corresponsal de El Espectador- le tocó competir duro con Corredor. Rivalizábamos civilizadamente en la disputa por las chivas para los dos grandes diarios de Bogotá, sin dejar de ser los amigos fraternos. De pronto compartíamos una que otra noticia.

Hombre que no tragaba entero, tuvo algunos encontronazos con el general Armando Vanegas Maldonado, uno de los gobernadores militares que hubo en Caldas en el convulso proceso de la doble segregación. El mandatario de charreteras les presentaba quejas a los Santos (don Hernando y don Enrique) por el "precario despliegue" que se le daba a la información que salía del Palacio Amarillo. Quisimos mediar en su favor, pero él no lo permitió. "Esto no va a durar toda la vida, Cadavid", nos decía.

Reposa en nuestros archivos una foto de don Carlos Sarmiento en la que aparecemos, en rueda de prensa, con el gobernador Vanegas, en su despacho. Corredor está a todo el frente, a menos de 40 centímetros, de su cuestionador, pero se niega rotundamente a mirarlo a la cara. Fuimos testigos del "incómodo trance" Jaime Zuluaga, entonces secretario de Hacienda; Albeiro Cadavid, Jairo Castro, José Orrego y el suscrito. El morocho Reginaldo Tejada, el secretario de Justicia, atribuía a la que llamaba "la perversidad del general" la convocatoria de esa rueda de prensa para poner a pasar un mal rato a José Fernando. Sus padecimientos cesaron cuando la gobernación volvió a manos de los mandatarios civiles.

JFC en pocas líneas: Amaba la literatura, el fútbol, el cine. La cultura y la música, especialmente el son cubano, el tango y la milonga. Recordamos los nombres de tres de sus mejores amigos: Augusto León Restrepo, autor del prólogo de su único libro de cuentos, titulado "Los pinrieles de la viveza"; el exgobernador Emilio Echeverri Mejía y Carlos Ariel Betancur, el padre del Festival Internacional de Teatro.

La apostilla: Corredor le tenía pavor al matrimonio, tanto que murió sin renunciar a la soltería ante la que sí claudicaron sus hermanos Carlos Rodrigo y Germán Gabriel. Miraba a sus amigos que se acababan de casar como a "bichos raros" y se confesaba incapaz de dar semejante paso. Cambiaba velozmente de tema cuando la novia de turno empezaba a sugerirle que se decidiera de una vez a escuchar la Epístola de San Pablo. ¡Invicto solterón jamás vencido!