La suspendida de diálogos de paz de La Habana entre el Gobierno y las Farc, con motivo del secuestro del general Rubén Darío Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, y la reacción de distintos sectores sociales y políticos de rechazo a esta práctica infame de la guerrilla, que llevó a todos a solicitar la inmediata liberación de los secuestrados en las últimas semanas, muestran que el proceso debe pasar a un nuevo estadio. Es necesario desescalar el conflicto armado.
Ya lo habíamos advertido sobre la necesidad de pensar en un cese de hostilidades, pues se veía muy necesario el paso hacia unos términos más exigentes que den condiciones de posibilidad a ese acuerdo tan anhelado por todo el país. Con motivo de la presencia en La Habana de los grupos de víctimas que han ido a poner la cara allí, para recordarle a las Farc las atrocidades que han cometido no solo con combatientes, sino especialmente con la sociedad civil, quedó puesto sobre la mesa el tema del cese bilateral de hostilidades. Hay que hacer pronto esta necesaria evolución para la tranquilidad del país y para ir llevando al proceso a madurar hacia el fin del conflicto.
La acción de la guerrilla es totalmente reprobable, en efecto, el secuestro no puede ser una manera de protesta ni de "lucha", pues viola los principios del derecho humanitario y transgrede la dignidad de las personas. Pero a su vez, no nos debe extrañar que esto ocurra, pues los diálogos de paz se montaron conscientemente en medio de la guerra irregular, del conflicto sin mínimos éticos, de la confrontación sin piedad que ha generado mucha degradación, y ello genera este tipo de acciones. La guerra en nuestro país es desafortunadamente así, hay que ser realistas. Por ello, no nos deberíamos salir a rasgar las vestiduras frente a este tipo de acciones como el secuestro, sino más bien, debemos pensar cómo el proceso de paz pueda evolucionar hacia un cese de hostilidades.
De otra parte, evidentemente que los responsables del secuestro fueron las Farc. Pero el general sí estaba muy confiado, o sencillamente se comportó de forma temeraria al meterse a la boca del lobo de la forma que lo hizo: en "bermudas" como algún columnista jocosamente se refirió. Él sabía claramente que la zona tenía una influencia y control de la subversión. Y su comportamiento generó un serio problema en los diálogos. No solamente fue un "oso", sino una garrafal imprudencia indigna de un general de la República. De no haber explicaciones muy serias y convincentes, le deberían dar el baja inmediata al general Alzate.
Insistimos, por ello, en la necesidad de dar un paso hacia adelante en el proceso de paz y colocarlo en un nuevo contexto, que nos dé una premonición de la tan anhelada paz. Un proceso de paz en medio de un cese de hostilidades. Paremos la guerra. Y construyamos la paz definitivamente.
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