La situación de Venezuela no puede ser ajena al continente. El deterioro de la democracia en la República Bolivariana es una grieta complicada y seria que se le abre al horizonte político en América Latina.
Poco a poco, desde los gobiernos de Chávez y ahora aún más de Maduro, se han ido socavando las bases de la democracia en Venezuela. Ante esta situación es muy difícil que el resto de la región se mantenga al margen, si bien hay un área de realidades que siempre deben quedar bajo la intimidad de cada país, por el principio de autonomía y de no intervención en asuntos internos. Pero también es cierto, que hay elementos estructurales que se quiera o no, tienen repercusiones en los países de la región. Y uno de ellos es la democracia. En efecto, cuando esta tiene restricciones, limitaciones, impurezas y complicaciones los primeros llamados a tomar correctivos son los mismos ciudadanos.
Pero hay límites desde los cuales el estado de cosas es sencillamente insostenible, por ejemplo: cuando hay violación sistemática a la libertad de expresión, cuando se cometen arbitrariedades, cuando se limita o subyuga al sistema judicial, cuando las violaciones de los derechos humanos se vuelven corrientes. Pues bien, en estos momentos el peor servicio que se le puede prestar a la región es el silencio y mirar para otro lado como si nada ocurriera. Por el contrario, es necesario en estos momentos levantar la voz frente a los atropellos. Y hay que hacerlo con prudencia, pero con contundencia. Es una tarea muy difícil cuando el interlocutor es Venezuela, por la capacidad de manipulación que tienen y frente a la opinión pública y por la sobrerreacción que siempre le ponen a la situación.
Ha chocado mucho la forma como el presidente Maduro trató a dos expresidentes latinoamericanos, Piñera de Chile y Pastrana de Colombia, que en un acto de protesta quisieron ir a visitar a uno de los más importantes presos políticos que hay en Venezuela. Se acepta que pueden tener agendas políticas en sus países, que no fue muy prudente su presencia allá de esa manera, pero la realidad es que sus denuncias tienen un sentido muy grande.
El presidente Maduro tiene que ser consciente que la democracia no es solo un patrimonio del país respectivo, sino de la región. Y en ese orden de ideas su suerte puede y debe preocupar a los políticos de esta parte del mundo. Independientemente de la imprudencia, agenda paralela, apoyo a la oposición, lo que está en juego es la democracia.
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Buena noticia para la política caldense y nacional el anuncio del regreso del exalcalde y exministro Germán Cardona Gutiérrez. ¡Bienvenido!
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