Los sabios de la economía agrícola han hablado. No han dicho muchas cosas nuevas. Pero ellos las han confirmado. La agenda para el campo que ha trazado la Misión Rural, encabezada por el exministro José Antonio Ocampo, prevé el direccionamiento financiero dirigido para los más pobres, el encadenamiento productivo de las actividades del campo, la generación de bienes públicos que eleven la productividad agrícola y la especialización de las entidades de apoyo gubernamentales para asegurar que las políticas de equidad lleguen a donde deben llegar y no se queden a medio camino. Esta receta no es muy novedosa, pero está debidamente confirmada por los expertos y lo que es más importante, puede generar un consenso nacional y en particular de los agentes vinculados al campo, de tal manera que se puedan enfocar esfuerzos y no distraerse en discusiones sobre las prioridades. Esta agenda nos puede dar mucha efectividad y su impacto sobre la economía agrícola puede ser muy benéfico para poder recuperar el tiempo perdido en el campo agrario.
Veamos cada uno de sus componentes. La financiación al alcance de los pobres es uno de los apalancamientos más importante para asegurar un desarrollo armónico del campo, donde las brechas entre los pequeños productores y los grandes no sean inmensas. Los números son escalofriantes sobre los esquemas efectivos de financiación que llegan a los pequeños productores, que en pocas palabras llegan a través de los comercializadores de insumos. La capacidad del Banco Agrario es ínfima en la realidad. La protección de riesgos climáticos y de mercado solo llegan a unos cuantos. En pocas palabras la focalización de la financiación para los más pobres es una condición necesaria para hablar de una recuperación del campo. Antes no será más que un bonito discurso.
En segundo lugar. La Misión, deja muy mal la estrategia de subsidios del gobierno Santos. Que si bien ha sido un instrumento de rápida respuesta para los casos urgentes de algunos productores, no es una verdadera solución. Queda claro es que el Gobierno debe enfocar los esfuerzos a la creación de bienes públicos para que el campo sea más productivo, y no las partidas presupuestales para diversos subsidios. Muchos de los cuales son totalmente regresivos, es decir, que benefician de una mayor forma a los grandes productores y no a los pequeños.
En tercer lugar, el encadenamiento productivo es fundamental. Hay que integrar circuitos, cadenas productivas y generar mercado más cerca a los productores. Este es un esfuerzo muy grande, y es muy particular para cada producto. Este es un esfuerzo que debe ser liderado desde los gobiernos municipales y regionales. Esta estrategia permitirá una sostenibilidad en el tiempo.
Finalmente, hay algunos cambios institucionales como el del Incoder, para que realmente cumpla con sus misiones de manera más eficiente y a tiempo. Este esfuerzo reorganizativo pasa más allá de una división una que quede de fondo de desarrollo y otra entidad que vele por la titularización y restitución de predios, pues lo que se requiere es que los procesos sean muy ágiles.
Tenemos, pues, agenda rural. ¡Pongámosla en práctica!
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