Los presidentes de Francia, siguiendo la tradición de los monarcas y emperadores que antecedieron la república, incluyen en su programa de gobierno la construcción de una obra pública de gran envergadura para embellecer París, y de paso inscribirse en los anales de la historia.
François Mitterrand dotó la ciudad con diversas obras, siendo quizá una de las más importantes la solución de acceso al museo del Louvre, para lo cual se construyó un gran vestíbulo bajo el patio que ostenta la estatua ecuestre de Luis XIV dando inicio al eje monumental que contiene el arco del Carrusel, el del Triunfo, el de la Defense. Contrató para ello al arquitecto chino de nacionalidad norteamericana Ieoh Ming Pei, quien concibió la pirámide de cristal que se yergue respetuosa y solemne entre los edificios que albergaron otrora a los Luises de Francia.
Esta historia tiene por objeto hacer un poco de pedagogía acerca de cómo se debe intervenir el patrimonio arquitectónico cuando de ello se trate. La solución de acceso al edificio que guarda una de las colecciones de arte más ricas del mundo, no se hizo repitiendo literalmente los cánones renacentistas, ni a la manera pedante del rey sol. La obra debería hacerse en términos contemporáneos, de tal manera que jalonara el conjunto edilicio al presente para renovar su espíritu, siempre bajo la premisa de mantener un diálogo riguroso con el entorno que lo precedió, cuidando de no falsear o manosear la historia, y por supuesto sin caer en la tentación ingenua de retomar una ornamentación parecida, por refinada que fuere, para atender la demanda de un espacio arquitectónico que fue proyectado con el encargo de mantenerse en la historia.
Me duele el trato de tercera que está recibiendo nuestro edificio insignia, leía en LA PATRIA, acerca de la inauguración del órgano digital "programado para que suene como en la época del romanticismo francés, apropiado para la arquitectura gótica que tiene el edificio", "Los FALSOS tubos que se pusieron para la fachada del órgano pesan hasta 25 kilos" amén de las tallas en madera que adornan el parapeto de soporte de la tragicómica fachada. Nada tiene que ver con nada, ni mucho menos comulga con el espíritu que subyace en el edificio neogótico de concreto visto.
Un instrumento digital es eso, digital, tiene su propia estética y debe sonar con todas la posibilidades a su alcance, "Órgano con tecnología del siglo XXI", pero disfrazarlo de órgano tubular, eso ya es el colmo. Una maqueta inerte y vacía que tiene por objeto hacer creer no lo que no vemos, sino lo que no existe. Es como la del antioqueño aquel que se vistió de turbante y chilaba y llegó presidido de una pompa de oropel a la capital de Huila como el nuevo embajador de la India. Los festejos duraron tres días, hasta que se supo que el tal embajador era simplemente una especie de simulacro.
Me alegra y entusiasma que la Catedral de Manizales cuente con un órgano de excelente calidad como el que se anuncia en el "Periódico de Casa", y como se comprobó en el pasado concierto de Camile Saints Senz, las ojivas y los arcos de medio punto de su estructura de hormigón se llenaron de música, sin la cual el edificio permanecería incompleto, pero la falsedad de su intervención es un claro ejemplo de lo que no debe hacerse porque conlleva una carga de mala educación que no debería permitirse.
El daño que los neocolonialismos y pueblitos paisas, al igual que la "narco estética" con sus columnas corintias y balaustradas italianas le hicieron a la cultura de este país es reparable, pero se demora.
La Catedral de Manizales requiere, a mi juicio, de un curador que se encargue de su parte estética, para la pastoral y la liturgia doctores tiene la santa madre iglesia.
P.D.: Estado Islámico (IS), consciente del valor del patrimonio arquitectónico y artístico en la pervivencia de una sociedad, ha decidido emprender una denominada "limpieza cultural". Para ello está utilizando maquinaria pesada y explosivos. Las ciudades de Hatra y Nimrud en Irak, elevadas a la categoría de patrimonio de la humanidad, han sido el último de sus "crímenes de guerra". Ya los Talibanes habían destruido, por el mismo motivo, dos esculturas colosales de Buda de más de mil quinientos años de antigüedad.
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