El miércoles se dio un debate en el que se señalaba a un hombre que fue Presidente de la República, muy indigno por cierto, por sus relaciones con el paramilitarismo en Colombia.
Evidentemente, como era de esperar, la chusma del CD trató de impedir el debate en primera instancia y lo logró a medias, en una de esas cosas que solo pasan en Colombia, cuando un Congreso quiere impedir que un congresista bastante cuestionado, sea llevado a la palestra, para hablarle de todas sus argucias y todas sus tropelías.
Un verdadero festín de trampas, mentiras, delitos mayores y menores, que hicieron pasar desapercibidos, porque la platea no podía sentirse incómoda con el gran Dandino, el mago que los había hipnotizado, el mismo que les metió en la cabeza que Colombia era viable, pero que demostró con sus colaboradores cercanos que era mejor el exilio para evadir una justicia que los requería para aclarar las trampas y los desmanes del mayordomo del Ubérrimo, un caballista de la escuela de los Ochoa, emparentado con no pocos delincuentes mayores y menores.
Todo el grupúsculo del Centro Democrático que es más bien una cofradía de Comunidad Demoníaca, se reúne para repartirse las labores que deben realizar, en estricto cumplimiento de las órdenes del que allá manda, que en ese grupo, persona alguna puede pensar distinto a lo que disponga el jefe de marionetas, un aventajado titiritero que manipula a las personas, como manipuló al país, a los militares, a los políticos, a los ciudadanos, a las víctimas, a los estudiantes.
En fin ese tramoyista que mueve hilos para que sus muñecos expresen lo que él quiere que digan y gesticulen como él quiere que actúen. Una verdadera representación de la farsa italiana, convertida en comedia de extremistas en este país golpeado por todos los violentos, de todas las corrientes, que violentos se producen en Colombia como arroz.
Uribe, que es más cobarde de lo que todo el mundo cree, salió corriendo para evitar el debate. No fue capaz de hacerle frente como un hombre digno. Bueno, siempre ha tenido la dignidad tan cuestionada. Es tan infame que no tuvo reparo hablar de Luis Carlos Galán: “Me dolió en el corazón lo que le oí a Álvaro Uribe”, sostuvo Carlos Fernando Galán, al recordar que cuando se le preguntó al expresidente sobre su opinión acerca del excongresista Carlos Náder Simmonds (quien en un audio de una conversación que sostuvo con Pablo Escobar se alegró de la muerte de Luis Carlos Galán), el exmandatario dijo que era “simpático y divertido”. ¿Simpático y divertido el magnicidio de Galán? Solo un demente puede decir eso.
Paloma Valencia va despalomada, vociferando que es una conspiración contra su titiritero, no dice nada importante, pero grita como una loca sin control. Alfredo Rangel es una vergüenza para el Congreso, como lo es para el periodismo; es el mensajero de su patrón, el chalán del Ubérrimo, que despelucado habla e increpa, pero no dice nada. Todo es basura.
Cuando vuelve el de Uribe, no refuta las acusaciones, utiliza su bien preparado esquema de salirse del tema para acusar a diestra y siniestra, porque en su cabeza todo es un ovillo enredado, que no tiene lógica y que no tiene decoro. Su indignidad es intolerable. Ahora amenazan con pedir la pérdida de investidura de Cepeda por atreverse a hablar del Uribe de verdad. Ese engendro creador de las Convivir, Presidente de los falsos +, tramposo como ninguno para hacerse reelegir. Una vergüenza politiquera.
Pero de esas alimañas se encuentran por todas partes. Aquí en Caldas hay varias. Para la muestra está José Fernando Mora Gómez, un pelele que dice trabajar en el Sena, donde se supone enseña, y por supuesto debe maleducar a sus alumnos, porque su vulgaridad pasa todos los límites, su escandalosa tontería no tiene confines, su grosería es un pequeño aperitivo de su verdadera y despreciable personalidad, llena de resentimiento, lista para el insulto, aguerrida para la violencia verbal y escrita, con la que trata de mancillar a las personas que por casualidad no sean de su gusto, creyendo con ingenuidad total que su afonía amedrenta.
Su violencia incendiaria no es lo único que tiene violento, él va más allá. Posa de frentero, cuando no pasa de ser un vulgar personaje, que hace atolondradas demostraciones de su imbecilidad y cretinismo. Un verdadero elogio a la estulticia humana, tan bien definida por Tabori, que podría sin duda hacer parte del libro de Dominique Laporte: Historia de la mierda.
“En el año 2005, doce profesores y quinientos alumnos pasaron una semana en la Universidad de Huelva debatiendo sobre lo escatológico; de Mahoma a Quevedo y de Séneca a los surrealistas...” .
“De la mierda no se habla. Pero ningún objeto, ni siquiera el sexo, ha dado tanto qué hablar, y esto ha ocurrido siempre". La cita es del psicoanalista francés Dominique Laporte. Lo escribió en su Historia de la mierda, publicada en 1978, pero 27 años después sigue vigente. De la mierda no se habla, pero la mierda sigue dando qué hablar. En los urinarios, en los foros de Internet y en las aulas magnas. Durante cinco días, 12 catedráticos españoles se han juntado en la Universidad de Huelva para discutir sobre lo excrementicio bajo el lema Historia de la mierda: cultura y transgresión. Medio millar de alumnos se han interesado por el curso. Los efluvios han llegado allende los mares y un periódico italiano y una emisora de radio latinoamericana han informado de él. No, de la mierda no se habla, pero la mierda sigue dando qué hablar”.
Y la mierda sienta cátedra, en personajes como Uribe, Paloma Valencia, Alfredo Rangel y José Fernando Gómez Mora. ¡Ya lo conocerán mejor!
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