El Hospital Infantil de Manizales, que fue centro de referencia en Colombia, dejó de existir. Fue un funeral sin dolientes, que aprovecharon como gallinazos carroñeros, muchos de los actores del sector salud.
La Cruz Roja, su propietaria, que lo levantó ladrillo a ladrillo, optó por el camino fácil de arrendarlo, por pedazos, como un inquilinato.
Fueron muchas jornadas de Damas Grises, voluntariado que merece todo el reconocimiento, dedicadas a recolectar fondos. Lo hacían con el producido de la temporada taurina de Manizales; jornadas para recoger dinero, fiestas, día de la banderita, empanadas, rifas. En fin, un esfuerzo muy grande para mantener vivo el ícono de la atención de los menores en toda la región. 50 años perdidos en una decisión, que puede ser muy pragmática, pero que ha sido muy degradante e irrespetuosa con la historia de ese centro hospitalario.
Todo porque la Cruz Roja, práctica, sí, pero muy cuestionable, prefirió la tarea fácil de arrendarlo, convertido en un híbrido en el que se atienden niños, pero en el que se alquilaron las instalaciones a varios arrendatarios, que ahora ocupan el lugar, convertido más en un centro de acopio, que en un hospital con vocación de servicio a los niños de toda su zona de influencia.
El servicio de urgencias lo tomó Saludcoop, la EPS intervenida, manejada como quiso por el constructor de canchas de golf y centros vacacionales, con dineros que eran de exclusivo destino a la salud, el desvergonzado Palacino, su presidente, que no se ruborizó siquiera cuando dijo en televisión, que no sabía qué haría después de que lo retiraron de su cargo, sin ganarse los 90 millones mensuales de salario que tenía.
Una parte se le alquiló a una empresa que maneja los programas de cancerología. Eso sin contar otros arrendatarios, de empresas con ánimo de lucro, que instalaron allí algunos servicios. Una mezcolanza que hace del otrora lugar de referencia una vergüenza hospitalaria.
El servicio de urgencias que era para niños es ahora un verdadero pandemonium. Porque hoy es eso, un "Pandemónium", traducido como todos los demonios, nombre inventado por John Milton para la capital del infierno.
En eso se convirtió el Hospitalito, en un paraíso perdido al servicio de las EPS, sistema de salud diabólico, que llama a los pacientes clientes, que gana billones de esos clientes a los que maltrata, negándoles, retardándoles o mal prestándoles atención en salud.
Bueno, allí, en esas urgencias, ahora se congestionan los pacientes de Saludcoop, urgencias convertidas en un inquilinato. Es como un hospital de guerra, pero de guerra perdida. Un borracho en urgencias, acostado en una cuna, representando una burla grotesca a lo que fuera un ícono de la atención infantil.
Se acabó el centro docente asistencial donde se aprendía pediatría. Todo un insulto a una región que no se inmuta con lo que pasa en rededor. Es de la Cruz Roja, pero es un bien mueble e inmueble alquilado a terceros, que tienen ánimo de lucro.
Señor Gobernador de Caldas: La salud pública no puede seguir siendo un ejercicio de intereses económicos, con el que se enriquecen descaradas EPS y solapadas ARS, con el negocio perverso que tercerizó la salud. Tampoco puede ser la hipócrita salida, con la que fundaciones sin ánimo de lucro actúan, que con ello logran evadir el pago de impuestos de sus empresas patrocinadoras. Mucho menos la forma en que se apropian de miles de millones que derivan del régimen subsidiado.
Caldas merece hospitales universitarios públicos, en lo Departamental y en lo Municipal. La solución está en recuperar el Hospital de Caldas; hacer de el Hospital Geriátrico un gran centro de salud pública, con bloque Infantil, bloque General y un ancianato digno. Caldas no se merece menos. Allí además podría tener una sede administrativa de alto nivel, la Territorial de Salud de Caldas, en la que se manejen con criterios humanísticos y no económicos, los intereses de los más desprotegidos.
Usted, un hombre honesto, ya tiene las válvulas de su corazón funcionando perfectamente, ahora necesitamos que demuestre que un digno hijo de Don Ernesto Gutiérrez, también tiene criadillas.
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