El general Rubén Darío Álzate jefe de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, ha sido secuestrado. La noticia la dio el senador Álvaro Uribe, que sabe todo lo que pasa en el Ejército, antes de que lo conozcan en el Ejército, incluidos los altos oficiales, el presidente o los ministros.

Finalmente se supo que era un secuestro realizado por las Farc, que no tienen fuerza, aunque la utilicen como demostración de que no tienen razón; que son muy armadas, porque no tienen ideología con principios claros y liberadores; que no son revolucionarias, porque lo que hacen es todo lo contrario a una revolución; que a pesar de ser de Colombia, no son colombianas, porque hoy son un cartel que pasa todas las fronteras, cartel de matones y traficantes de droga, que es alcahueteada por países que proclaman la falsa revolución del siglo XXI, diciendo que siguen los principios de Bolívar, lo que tampoco es cierto, porque el Libertador luchó por quitarnos el yugo de los conquistadores españoles y liberó 5 repúblicas, mientras que estos farcsantes, no han liberado nada, a nadie, nos someten a oprobios frente a los cuales las atrocidades de los españoles eran simples cuentos de hadas.

Ellos creen que pueden someter a un país entero y que además, tienen la potestad legítima, lo que no es cierto por supuesto, de convertirse en los que juzgan, cuando ellos debían ser los juzgados, porque son ellos los que están fuera de la institucionalidad.

Haciendo un alarde de violencia sin límite y queriendo sacar a flote esa prepotencia que tienen los marginales cuando están armados hasta los dientes, conversan en Cuba de tregua y de resolución de conflicto, pero hacen demostraciones demenciales, que son violentas y agudizan la situación conflictiva.

Es bueno que Colombia esté en conversaciones en busca de la paz, pero la paz no puede conseguirse con la infamia de tratar de arrodillar a las fuerzas legítimas de defensa, ni a la población civil, que es la que pone los muertos, sin que con esos muertos hayan demostrado haber logrado hacer un solo cambio en la estructura social de Colombia, distinto al de ganarse el repudio de mayorías, que los ven con desconfianza y que no los enfrenta, porque no pueden oponer la razón a la fuerza bruta.

¿Hasta cuándo los colombianos nos vamos a resistir este estado de zozobra permanente? ¿Hasta cuándo permaneceremos inanes ante la violencia de gente sin tripas y por supuesto sin corazón? Es cierto que hay problemas de desigualdad en Colombia, que son indecentes, que tenemos la mitad de nuestros compatriotas viviendo en pobreza o pobreza absoluta. Es cierto que eso no puede seguir siendo así, porque muy pocos se enriquecen a expensas de millones, pero también es cierto que para iniciar el cambio, en este país con mentalidad política feudal y con políticos salidos del medioevo, corruptos y tramposos, se necesita la acción no violenta pero decidida de todo un pueblo. Pero un pueblo amedrentado jamás se levantará pacíficamente para hacer sus reivindicaciones, permanecerá callado, viviendo en este infierno en que los violentos de las Farc, los violentos de los paramilitares, los violentos de la insurgencia y las bacrim, los violentos de la institucionalidad han convertido nuestra Patria.

El mínimo que se les puede exigir a los farquianos ahora, es respeto a la vida de los secuestrados que tienen, libertad inmediata para los mismos, cese al fuego sin mas condición que la de intentar demostrar que sus conversaciones de paz tienen algo de verdad, que no son un capítulo más en esta historia interminable de violencia, narcotráfico y muerte.

Reto a las Farc a que demuestren que en lo que hacen hay algo de razón, que sus intenciones muy publicitadas de ayudar en la construcción de una paz negociada sin impunidad, son verdaderas, que no son una farsa montada para engañar a toda una Nación, que no tiene otro anhelo distinto al de poder vivir en reconciliación y armonía.

Señor General, libertad para usted y todos los colombianos secuestrados, ahora. ¡Ya!