Pagué el impuesto de vehículo esta semana, el celular de mi esposa, el jardín infantil de mi hija y los recibos de agua y luz. En la quincena, me descontaron del sueldo una libranza con el banco, la seguridad social y otras cosas. Y con lo que queda pues toca mercar, tanquear y otros gastos adicionales (nada de lujos o cosas del otro mundo). Ahorrar es una tarea imposible, por más que uno quiera apretarse el cinturón.
"Es lo normal", pensará uno. Pagar impuestos es un deber ciudadano. Pero entonces uno lee en las noticias cosas como los Panamá Papers, y se entera de que los ricos no tributan. Que mientras usted busca con afán la forma de que le hagan descuentos en la contribución, los líderes del mundo y los empresarios tienen su dinero en paraísos fiscales.
Obviamente no usan el término "evasión de impuestos", sino "servicios offshore". Unos beneficios que "registran, conducen y operan en un país extranjero a cambio de la obtención de ayudas financieras, legales y fiscales".
Según el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), que sacó a la luz pública este escándalo, hay al menos 72 jefes y exjefes de estado que entregaron sus fortunas al bufete de abogados panameño Mossak Fonseca, para que por arte de birlibirloque no tuvieran que pagar impuestos. O sea, esos mismos que hablan de confiar en la economía de sus países, que le dicen a los ciudadanos que ahorrar es posible, y que perseguirán a corruptos, evasores y tales... saben que los modelos económicos de sus naciones están hechos para esquilmar a las personas. Por ello sacan su dinero y lo guardan en países como Panamá, Liechtenstein, Islas Caimán, entre otros.
Por ejemplo, el primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson. Llegó al poder como líder del movimiento InDefence, que buscaba el fortalecimiento y confianza del sistema económico de ese país, tras la quiebra de los tres principales bancos de esa nación en 2008. Sin embargo, la ICIJ publicó que él y su esposa montaron a través de Mossak Fonseca una empresa fantasma llamada Wintris Inc., con la que habrían ocultado su verdadera fortuna con el fin de evadir impuestos.
Gunnlaugsson, en un acto de vergüenza por lo hecho, presentó su renuncia ante unos islandeses indignados. Dos días después se retractó. Dijo que había sido mal interpretado y que seguía en el cargo. Político a fin de cuentas...
Ayer, no más, se supo que Camilo Gómez -quien fue comisionado de paz, superintendente de Sociedades y secretario privado del presidente Pastrana- es el fundador en Colombia de la firma de abogados Mossack Fonseca. O sea, captaba clientes para que invirtieran en empresas offshore en las Bahamas. O sea, invitaba a los ricos a evadir impuestos. Y este es el mismo tipo que quería ser vicepresidente de la República y que la Corte postuló en su momento para que fuera Procurador General de la Nación.
Entonces uno ve esto y como que se emputa cuando anuncian más impuestos, que sube la gasolina, que el costo de vida para los colombianos ha subido un 7,98% en los últimos doce meses, o cuando la DIAN envía un comunicado diciendo que tiene que declarar renta. El chorro lo deberían tirar más arriba.
Y cuando uno se entera que usan carros del Congreso (pagados con nuestro dinero) para mover $614 millones de las bandas criminales, o que al senador Roy Barreras le robaron $1.200 millones que tenía guardados en una caja fuerte en su apartamento (no en un banco), se refuerza la teoría de que los políticos son todo corrupción. Que su riqueza se debe a guardados, tapados, chanchullos y torcidos, y no a lo bien que le pueda estar yendo al país. Que nos están tumbando.
Así, ¿con qué ganas queda uno de pagar impuestos?
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Los problemas con las barras de fútbol parece ser tema de nunca acabar. La solución está en aplicar las leyes, y que los clubes y las alcaldías se pongan de acuerdo para negar la entrada a las barras, tanto las locales como las foráneas. Dejar de regalarles boletas, de darles taquillas especiales para que se lucren, de dejar de alimentar su poder político, de creerse el embuste de que hacen "barrismo social". No hacerlo es alimentar un monstruo.
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