Me sorprendió esta semana escuchar a William Vinasco en La W y admitir que él era capaz. "¡Pucha! Julito lo ha hecho de nuevo. Logró que el folclórico narrador de fútbol admitiera que era tan resbaloso como ese pez que nada en el río Magdalena y que lo preparan sudado y con guiso", le dije a un compañero de trabajo.
La sorpresa fue mayor cuando después escuché a Néstor Morales decir que él también era capaz. "Él es baboso, pero no tanto", exclamó mi amigo. Y luego salió Vicky Dávila, "¡esa sí es una lisa!", exclamó una colega, y después salió Darío Arizmendi aceptando que él era un capaz; "de ahí los bigotes", comenté. Como si estuvieran en subienda fueron nadando en las ondas radiales uno tras otro los directores de los programas informativos de las mañanas. Cuando habló Hernán Peláez entendí que se trataba de un chiste de La Luciérnaga, y me quedé esperando a que saliera Gustavo Álvarez Gardeazábal para decir que él era una sirena, pues más de uno se ha perdido siguiendo sus cantos.
Confundido por lo que escuchaba, pensé que todos ellos se habían vacunado contra el Virus del Papiloma Humano y eran presa de una histeria colectiva similar a la que aqueja a decenas de jovencitas en Carmen de Bolívar. Para otros, como el procurador Alejandro Ordóñez, fue un caso de "icteria colectiva", por el amarillismo que después desarrollaron en el resto de noticias.
Pensé también en que habían sido presas de una rara afección ictícola, pues todos se creían peces. Capaces, para colmo de males. Roy Barreras, en su afán de querer estar en todo, quiso involucionar. Se afeitó la cabeza para dejar de ser un primate e intentó perder su cola de lagarto para regresar a ser pez, pero esta era muy larga y terminó en un raro polypterus que se arrastra por el fango.
Los capaces señalaron a quienes no se unieron a la campaña y los llamaron "viudos de capaz". Ahí metieron a Pachito Santos, al exministro Fernando Londoño Hoyos, y a Álvaro Uribe. Indignado, el expresidente dijo que él era un caballito de mar, que el héroe de Invercolsa era una barracuda y que su expresidente se creía una anguila eléctrica pero que en realidad era como Dory, la pecesita despistada de Buscando a Nemo. Y que no los compararan con un pez rastrero como el capaz, que ellos eran peces voladores y puso como ejemplo a María del Pilar Hurtado, Luis Carlos Restrepo y Andrés Felipe Arias.
Cuando finalmente entendí que Soy Capaz es una campaña promovida por la empresa privada que busca la unión de los colombianos comprometidos en buscar la paz, supe que no se trataba del humilde Pimelodus grosskopfii, sino de feroces tiburones liderados por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia y su presidente Bruce Mác Master.
(Dato curioso: ¿sabía que el tiburón mecánico usado en la película Tiburón, fue bautizado por el director Steven Spielberg como Bruce?).
En la campaña de lanzamiento invitaron a una serie de personajes para que se pusieran en los zapatos del otro. Las empresas que se montaron en el cuento de la paz para mostrar su cara amable, sacan publicidad para que nos sintamos bien al usar sus marcas. Sin embargo, muchas de ellas -Avianca, por ejemplo-, no son capaces de ponerse en los zapatos de sus clientes. Detrás de esta iniciativa, llena de buenas intenciones, hay mucho pez carroñero y lleno de espinas, como el capaz.
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