Duele el ataque del que fue víctima esa tropa del Ejército en el municipio de Buenos Aires (Cauca) por parte de un comando de las Farc, y que dejó once soldados muertos y casi una veintena de heridos. Duele también la falta de palabra de esa guerrilla que se había comprometido a un cese al fuego unilateral. Duele la falta de compromiso de esos comandantes guerrilleros en sus declaraciones desde La Habana. Duele la falta de reacción de Juan Manuel Santos. Duele que se comprometa el futuro de un acuerdo de paz con esos subversivos. Duele que oportunistas usen esta masacre para pedir que se acaben esos diálogos y se incremente el pie de guerra con todo el drama y destrucción que eso conlleva. Duele ver cómo los políticos, en actitudes pusilánimes, no se atreven a denunciar y a señalar que ese fue un acto bárbaro para no ir en contra del Gobierno y su mermelada. Duele ver esas familias que perdieron a sus hijos.
Duele, pero así es la guerra.
Veía en las noticias a Pastor Álape, a Iván Márquez y a Jesús Santrich en sus declaraciones y solo pensaba en su cinismo. En que después se sentarían en la mesa de diálogos con los negociadores del gobierno Santos tal vez a justificar un poco más sus acciones. Tal vez a mentir. Tal vez a dilatar las cosas 'in sæcula sæculorum'. Y ahí estarían el jefe negociador del Ejecutivo, Humberto de la Calle; el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo; y el resto de la comisión escuchándolos. Tal vez creyéndoles. Tal vez reclamándoles. Tal vez negociando una amnistía.
Y me imaginé esa mesa - unos al frente de los otros - y quise que allí, junto a Humberto de la Calle, estuviese Chuck Norris.
No sé si recuerden o hayan visto Missing in action, de 1984 (aquí la tradujeron como Prisionero de guerra), una de esas malas películas de acción donde el héroe es capaz de cargarse a todo un ejército de villanos con una ametralladora y un par de granadas. Pues bien, en esta cinta Norris - que interpreta al rudo coronel Braddock - viaja con una comisión estadounidense a una mesa de negociación en la ciudad de Ho Chi Minh para firmar con Vietnam un acuerdo en el que se comprometen a no tener más prisioneros de guerra. Norris, de gafas oscuras en medio de la reunión, se encara con un general vietnamita igual de cínico a los comandantes de las Farc, y al que luego asesina tras colarse en su casa.
Pura acción de ficción. No me imagino a De la Calle, en un arranque de rabia, trepar por la fachada de un hotel para intimidar a Santrich y luego escapar colgando de unos cables de línea telefónica, como lo hace Norris. O a Jaramillo contestándole con una de esas frases de héroe de acción a Iván Márquez, cuando este le advierta que es mejor no pisar callos para mantener los diálogos. "Yo no piso callos, yo piso cuellos", dice Braddock. Tal vez al único que le sale una de esas frases es al general (r) Enrique Mora Rangel que regresa a La Habana después de que casi lo sacan de la mesa de negociación: "Creí que nunca regresaría, pero tal vez es que NUNCA me fui", dicen en algún momento del filme, aunque se referían a Vietnam y no a Cuba.
Los diálogos de paz con las Farc teniendo a Chuck Norris sentado en la mesa, tendrían un tinte más violento y cinematográfico. Para este momento, el jefe negociador del gobierno estaría tratando con otros subversivos, pues Norris ya habría matado a casi todo el Estado Mayor Central. El expresidente Álvaro Uribe estaría trinando de la dicha y lo lanzaría como candidato presidencial por el Centro Democrático. Norris no le haría caso, es rudo pero no tonto.
"Le pido al pueblo colombiano templanza, paciencia, fortaleza ante eventuales nuevos ataques de las Farc", anunció el presidente Santos en el 2012, cuando anunció los diálogos de paz con la guerrilla. También aseguró que el acuerdo "se medirá en meses, no en años", sin embargo ya han pasado dos años y medio desde que lo dijo, y por eso duele que las cosas no cambien y ocurran masacres como la de Buenos Aires.
"Saldremos de esto ya sea caminando o arrastrándonos", dice Braddock. Pero bien podría decirlo Santos, que quiere ese acuerdo de paz a cualquier costo. Juanma Norris; como si esto fuera pura acción de ficción. La muerte de esos soldados son reales. Duelen.
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