La revista Semana dedicó su más reciente publicación a lo que para ellos fue el tema del año, el perdón. Perdón de la guerrilla de las Farc a sus víctimas. De las víctimas a los guerrilleros. Del Estado a los desaparecidos durante la retoma del Palacio de Justicia en 1985. De unos con otros, de estos con aquellos, "de mujer con mujer, hombre con hombre y también mujer a hombre del mismo modo en el sentido contrario", como dijo la Señorita Antioquia hace unos años.
Todavía no se sabe qué tan real sea ese perdón, pero es un bonito gesto para la foto y el discurso de la anhelada paz. Pero paz no habrá hasta que exista equidad y de ese tema parece desentenderse el gobierno de Juan Manuel Santos. El ejemplo más reciente está en el salario mínimo para el próximo año: quedó en $689.454.
Fue un aumento del 7% que, dice el secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores, Fabio Arias, está por debajo de lo que sería la inflación para el próximo año.
Ese incremento solo representa angustia para el trabajador, que este año verá cómo el IVA será del 18 ó 19%, según el presidente de Fenalco, Guillermo Botero. ¿A qué se debe esta miseria? A que el Gobierno es pésimo manejando sus finanzas. Siempre parece apostarle al caballo perdedor y nunca ahorra. Le apostó al petróleo cuando este se vino a pique, por ejemplo, y el dólar se disparó. Y todo está quebrado: la agricultura, el sistema de salud, la infraestructura, la educación, el sistema judicial. Lo único boyante parecen ser los sueldos de los congresistas, y las fortunas de los delincuentes de cuello blanco que alegan estar quebrados y manejan las triquiñuelas para evadir impuestos.
La única forma que tiene este Estado paupérrimo para capitalizarse es incrementándonos los impuestos y manejando salarios bajo. Y ahí estamos usted y yo.
Comienzo el 2016 con la inmensa posibilidad de perder mi casa porque no puedo pagarla más. Sin la posibilidad de darle la mejor educación posible a mi hija. Mercando menos. Con menor capacidad de acceder a entretenimiento y cultura. Viviendo para trabajar y desmejorando mi calidad de vida. Eso no lo perdono.
Como tampoco perdono que me estén negando - y a muchos otros colombianos - la posibilidad de tener una pensión digna en un futuro, porque los fondos de pensiones se están quedando sin capital.
El Gobierno nos pide hacer sacrificios, pero rara vez ellos lo hacen. Nos promete que la paz nos traerá prosperidad, pero si algo nos ha enseñado la historia de este país es que esos momentos de bonanza son despilfarrados o repartidos entre una rosca. Pero los seguimos perdonando.
"Perdonando demasiado al que yerra se comete injusticia con el que no yerra", dijo el diplomático italiano Baldassare Castiglione. La paz no será posible si siguen maltratando, abusando y empobreciendo al grueso de la población.
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