El islam es una cultura muy rica. Su arte, su historia, su literatura, su arquitectura, su música y su ciencia la llevaron a ser una potencia en la Edad Media. Cuando en Europa los reinos feudales se arrastraban por el fango y la gente moría por la peste y otros males, los musulmanes tenían desterradas estas plagas gracias a sus avances en la medicina.
A él le debemos palabras tan lindas como alfeizar, carmesí, elixir, nenúfar, rambla, toronjil, almohada, zacatín o álgebra, que significa "reintegración". Pero por estos días hay muy poco de álgebra con el mundo islámico. Lo ocurrido el jueves en Niza, donde murieron 82 personas atropelladas por un sujeto de ascendencia árabe, fue terrible. Más cuando usa su fe y su cultura para justificar la matanza de personas.
Porque una cosa es el islam y otra la yihad, que es de donde se aferran los grupos radicales como Isis para cometer sus actos de barbarie. Para decapitar gente, arrasar aldeas y destruir historia. Su guerra es contraria al hadiz del profeta Mahoma: "Allah Yamil wa uhibbu el yamal” (Alá es bello y ama la belleza).
Ignorantes de todo eso que se predica en el Corán, en occidente vemos al mundo musulmán como el terror. Como unos fanáticos de turbante que se inmolan en nombre de su dios. Que cargan ametralladoras y disparan al aire; que son radicales e intolerantes. Pero ellos son solo una fracción. A Isis (o Estado Islámico) no lo conforman más de 50 mil personas, cuando en el mundo hay alrededor de mil 500 millones de musulmanes (más que los católicos).
Pero es fácil caer en el juego de estereotipar a toda esta masa islámica cuando vemos que unos terroristas usan el nombre de Alá para matar personas con un camión en las calles de Niza. O disparan y detonan bombas en una terminal aérea en Turquía. O arremeten contra la comunidad LGBTI en una discoteca en Orlando. O acribillan a unos periodistas o a unos fanáticos del rock en París. Eso emputa.
Pero en Medio Oriente también se emputan cuando los bombardeos aéreos de los Estados Unidos matan a 41 civiles en Siria e Iraq, como ocurrió en abril de este año. Personas que, como las de Niza, probablemente fueron sacudidas de su cotidianidad por un ataque inesperado.
Este año van alrededor de 760 muertos por ataques terroristas de Isis en el mundo. La mayoría de ellos en las tierras de Mahoma; tan solo hace dos semanas dos bombas en Bagdad cobraron la vida de unas 290 personas. A esto hay que sumarle la guerra de la coalición militar de Estados Unidos, Francia e Inglaterra en esos territorios.
El pasado 28 de junio, cuando el planeta se asombraba con el atentado que dejó 44 muertos en el aeropuerto internacional Ataturk, de Estambul, ese mismo día, a las afueras de Faluya (Iraq), los gringos atacaron una caravana de supuestos soldados de Isis. Según el ministro de Defensa iraquí, Khalid al-Obeidi, 440 personas murieron en el bombardeo.
La noticia, sin embargo, pasó de agache en Latinoamérica, y solo medios como CNN y ABC News registraron este "exitoso" golpe militar. No sé qué tan "exitosa" pueda ser una masacre, pero todo depende del punto de vista de donde se mire.
"No hagan de mi tumba un lugar de festividades", dijo el profeta Mahoma, pero tampoco lo hagamos un lugar maldito y señalado por culpa de unos terroristas. No hay que caer en el juego de los radicales: los de oriente y su yihad, y los de occidente con su defensa de la libertad.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015