"¡Ay, qué dolor de patria! ¡Nos vendieron Isagén!", lloraron algunos el miércoles cuando la empresa canadiense Brookfield Asset Management se hizo al 57,6% de la empresa generadora de energía, tras pagar en una subasta medio rara - por ser el único oferente - 6 billones 486.126 millones 867.710 pesos.
Pero, ¿llorar por esto? No es la primera ni será la última empresa estatal o importante del país que pasó a manos de extranjeros. Avianca es de los brasileños, la explotación carbonífera en el Cerrejón es de los británicos, los suizos extraen níquel de Cerromatoso, Bavaria pertenece a una multinacional sudafricana y más de un banco es de empresarios españoles. ¿Y? Nadie lloró cuando los franceses asumieron la mayoría de las acciones del Grupo Éxito. Por el contrario, hubo quienes celebraron que ahora se consiguiera "purée de pommes de terre au poulet" en caja, en vez de naco de papa en polvo con pollo. Lo de Isagén no debe tomarse a la ligera, pero tampoco es una afrenta a la patria, como alegan personajes del Centro Democrático. Son negocios. Malos, pero negocios. Y esta experiencia debería servir para que los empresarios colombianos comiencen a explorar otras energías que no sean las hidroeléctricas o las termoeléctricas. También para que, como sociedad, dejemos de pensar en que el Gobierno nos tiene que dar todo o reglamentar la manera de comerciar con bienes y productos.
En Argentina, por ejemplo, durante la época del corralito (años 2000 al 2002), la gente acudió al trueque. Hoy en día, en Buenos Aires y su provincia, hay personas que mantienen esta práctica. El plomero repara una fuga de agua a cambio de almuerzo para él y su familia. Una forma de evitar un IVA del 19%, como el que nos van a clavar. Hace unos años tuve la oportunidad de conocer la empresa colombiana Famoc Depanel, junto a Javier Ramírez, uno de sus dueños. Además de hacer un mobiliario de buen gusto y diseño, sus bodegas de producción (a las afueras de Bogotá) están rodeadas de huertos que los mismos empleados cuidan en sus ratos libres. Lo que allí se produce (coles, remolachas y otros vegetales) es para ellos. Lo llevan a sus casas para alimentar a sus familias y así ahorrarse unos pesos. Es un detalle, pero uno que alegra y genera bienestar.
Pero volvamos a Isagén y la generación de energía eléctrica. Si lo que nos preocupa es que nos vayan a incrementar los precios de los recibos, los emprendedores tienen opciones para desarrollar energías alternativas. El portal de Internet Gizmodo publicó esta semana un artículo sobre 13 fuentes de energía alternativas que decidirán nuestro futuro (bit.ly/1oxZM1Z). Desde algas, hasta la materia sólida que queda en las alcantarillas; desde la manipulación genética de algunas plantas no comestibles, al uso de superlevaduras. Métodos que nos ayudarán a proteger el planeta, que son más eficientes, y que sin importar que haya o no Fenómeno de El Niño seguirán inalterados. Están ahí, existen, pero es más fácil para un Gobierno seguir con lo que hay: secando los ríos, haciendo represas, contaminando el aire, usando la peligrosa energía nuclear... Además, no se le da la espalda a las multinacionales que desembolsan billones de pesos y que pagan buenas coimas.
Para meterse en esto de las energías eficientes se necesita voluntad y una inversión que no debe pensarse en que dé un retorno económico inmediato. Hay que pensar en bienestar a futuro. Si esas tecnologías se aplican bien, a todos nos va bien. Todos ganamos y el dinero llegará (si es lo que principalmente se persigue). Con alegría vi la noticia que el estadio Atanasio Girardot de Medellín usará paneles solares para generar la energía que se usará para iluminar la cancha en las noches que haya partido de fútbol. Es un primer paso y ejemplo a seguir por las administraciones locales. Manizales, por ejemplo, tiene potencial en energía geotérmica. De eso se han hecho estudios, pero poco desarrollo. Con las posibles crisis energéticas que vendrán, ya es hora de ponernos manos a la obra con esto.
Es hora de apostarle a estas energías y cuidar nuestros recursos naturales. Y no ponernos a llorar porque el Gobierno (que por tercera vez en este año digo, e insisto, es un pésimo administrador de recursos) vendió un bien que, al final, pocos tenían como referente pero por el que había que rasgarse las vestiduras porque el senador Álvaro Uribe así lo pidió... así él haya querido venderlo cuando estuvo en la Presidencia.
* * *
Luto por el extraterrestre
David Bowie hizo de su vida una obra de arte. Desde su infancia, cuando en medio de una pelea por una jovencita quedó con su ojo izquierdo con la pupila dilatada para toda la eternidad (condición conocida como anisocoria), hasta su sorpresiva muerte esta semana, pero anunciada en el último tema de su último disco Black Star, lanzado al mercado dos días antes de su fallecimiento.
Además de su trilogía de Berlín (Low, Heroes y Lodger), quienes quieran sumergirse en el mundo de este extraterrestre que se preguntaba por vida en Marte, o los últimos minutos del astronauta Major Tom (abandonado y triste en el espacio), también deberían escuchar sus álbumes The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from Mars, y Hunky Dory (mi favorito de este artista británico). Una joya con melancólicas piezas acústicas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015