El Ministerio de Educación emprendió el año pasado la campaña Colombia lee, que se suma a Leer es mi cuento, con el fin de que los colombianos leamos más y, por ahí derecho, ser más educados y cultos. Estas son las cifras más recientes sobre la lectura en el país entregadas el año pasado por el DANE: el 51,6% de la población dice no haber leído libros en el último año (teniendo presente que el último año es el 2014); de quienes sí leyeron (el 48,4%), solo el 5,5% leyó más de cinco libros en un año.
Los motivos para no acercarse a un texto, según el DANE, se deben a la falta de interés o gusto por la lectura, y a que los libros son muy caros (hoy, con el IVA, lo son aún más). Datos que dan tristeza, sobre todo cuando Colombia es el segundo país de Iberoamérica con mayor cantidad de bibliotecas por municipio.
En general, los encuestados prefirieron leer revistas, periódicos o usar sus tablets y celulares para buscar temas de lectura. Al menos eso dicen.
Este año empecé juicioso con la lectura. Ya llevo cinco libros: uno de entrevistas, un perfil de reconocido director de cine y tres novelas gráficas. Sin embargo, me entró la preocupación de que tal vez el material de lectura elegido no era el más adecuado para una buena formación intelectual. De qué me serviría conocer sobre la vida de la corista de los Rolling Stones, si no es para contestar alguna pregunta de La W radio. O ñoñerías como que si Superman se acerca mucho al sol podría padecer una especie de cáncer incurable.
Entonces busqué en la internet qué leen los líderes mundiales. Qué textos reposan en sus mesas de noche o llevan en sus viajes. Muchos actores, modelos y futbolistas dijeron que la Biblia, aunque estoy seguro de que no la leen. Además, como dije antes, quería distanciarme de los temas fantasiosos.
Encontré que los líderes políticos y empresariales leen mucho de finanzas, economía e historia. También me topé con un título muy repetido: El capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty. Este economista francés se ha vuelto de lectura obligada para muchos, pues plantea alternativas y fórmulas para reducir la desigualdad económica en el mundo. Que haya menos pobres y que los ricos más ricos paguen más impuestos, no lo que sucede ahora donde la carga tributaria recae en la clase media.
Buenísimo que lean esto estos personajes influyentes y poderosos. Sin embargo, muchos de ellos -como el fundador de Microsoft y el hombre más rico del mundo, Bill Gates; o el presidente de la multimillonaria firma inversora WL Ross & Co., Wilbur Ross- dijeron estar en desacuerdo con lo expuesto por Picketty, especialmente en lo de aumentar impuestos a los ricos.
También leí un artículo de la revista Semana en el que el senador Álvaro Uribe y el presidente Juan Manuel Santos coincidían en recomendar como lectura la biografía del presidente estadounidense Abraham Lincoln. "Él creía en el gran poder de la verdad, en ser responsable de sus actos, en el triunfo de lo justo y en la derrota del mal", dijo Leonard Swett, amigo de Lincoln. Por algo lo llamaban "el Honesto Abe", y hasta sus enemigos alabaron su rectitud y transparencia. Sus biógrafos nunca le han descubierto un caso de corrupción o una infidelidad.
Pero vea usted quién recomienda el texto... dos presidentes cuyos mandatos han estado salpicados de los más horribles crímenes contra el pueblo y de los más bajos casos de corrupción. La Ley 100, las chuzadas, la parapolítica y recientemente Reficar, escritas así, a vuelo de pájaro. No más esta semana se supo que la Casa de Nariño tiene entre sus gastos un contrato con la empresa Triunfo S.A. por $15.101.200, para que los surtan de finas almendras recubiertas de azúcar. Ahora solo falta enterarnos de que Santos -el presidente que nos está pidiendo austeridad- se chupa el dulce y bota la pepa, como dijo el portal satírico Actualidad Panamericana.
Meterle el diente a un documento como el de Picketty, o a alguno de esos mamotretos que pueden ser las biografías de un Lincoln o un Winston Churchill, no es fácil. Sobre todo para un colombiano que difícilmente se lee un libro al año. Sí, este planeta sería mucho más interesante y menos violento si leyéramos esta clase de textos, pero nos da pereza... y así nos va. Y lo que al parecer se evidencia de esa breve investigación es que quienes sí leen estos libros no lo hacen para hacerse mejores personas, sino para ser más hijueputas.
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Y hablando de hijueputas... ya está haciendo carrera en Manizales eso de chocarse o causar accidentes y dejar el carro abandonado, para que horas o días después aparezca el dueño diciendo que él no es el responsable. Que era otro el que iba manejando. Lo peor es que estos infractores cuentan con la alcahuetería de las autoridades (la Policía y la secretaría de Tránsito).
Es absurdo todo lo que rodea el caso del tipo que terminó clavado en la fuente del bulevar de Milán. A pesar de que está la evidencia del video donde se ve que la Policía lo monta en una patrulla, ahora resulta que el tipo se les voló. Todo eso es muy raro. ¿Qué dice el Comandante de Policía? ¿El secretario de Tránsito? ¿El alcalde Cardona? ¡Qué vergüenza!
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