El fútbol, dice el exjugador y entrenador de fútbol Jorge Valdano, "es lo más importante entre las cosas menos importantes". Lo vemos una o dos veces por semana. Se juega la Liga de Campeones, el torneo local, la copa Libertadores, la Liga española, la Copa Uefa, la Liga Premier, el Calcio... y los aficionados nos paralizamos frente al televisor (o vamos al estadio) para ver a esos futbolistas batirse durante 90 minutos por el color de una camiseta. Por el honor de un equipo.
Y se nos va la vida cuando nuestro equipo pierde. O sacamos pecho cuando vence a ese odioso rival que todo club ha de tener. Luego vienen las horas de análisis del partido y de la previa del próximo. Y las ruedas de prensa donde por lo general no dicen nada nuevo, pero escuchamos a técnicos y jugadores hablar como si nos fueran a revelar algún arcano.
Pero también hay tiempo para lo menos importante de lo menos importante. Los realities en televisión. De las Kardashian y la farándula. Para el escándalo de la cantante, para el nuevo chef (ahora son todos chef, ya no hay cocineros), para los que están dispuestos a cualquier cosa, hasta humillarse delante de los hijos, por varios millones de pesos.
Para todo ello hay tiempo y dinero. Para lo verdaderamente importante, no.
El Gobierno de Juan Manuel Santos se puso como meta hacer de Colombia el país más educado de la región para el 2025. Quiere bajar la tasa de analfabetismo en el país de 5,7 al 3,2%, y para ello hizo cambios en el Plan Nacional de Desarrollo, se inventó el Día de la Excelencia y prometieron un presupuesto de $22,4 billones. Los profesores, sin embargo, están protestando porque la mitad de lo que promete el Estado es carreta y lo demás no se cumple.
Sus salarios son vulgares. Docentes con maestrías que ganan menos de millón y medio de pesos. Personas que se han endeudado para formarse y aplicar esos conocimientos a la educación de niños y jóvenes -"el futuro del país", dicen los optimistas- son tratados como ciudadanos de segunda clase. Así será bien difícil llegar a ser los más educados.
También lo será si los docentes no se dejan evaluar para elevar la calidad de la educación colombiana. Si los sindicatos de profesores se abrieran a esto, tal vez el Gobierno cedería. Si se enfocaran en proyectarse al futuro en vez de volverse fortines políticos y de proteger a aquellos maestros poco preparados pero que por su edad (no experiencia) apuntan a pensiones millonarias, gozarían de más apoyo de la sociedad.
El sistema educativo nacional es realmente importante entre las cosas importantes. Para que una nación se desarrolle y crezca no se necesita inversión extranjera. Esas son golondrinas. Burbujas. Tampoco que el escalafón de la Fifa nos tenga entre los mejores equipos del mundo. Para crecer se necesita educación y para educarse se necesitan profesores.
"En América Latina no todos los jóvenes pueden citar el nombre de un científico de su país, pero sí los de los futbolistas que conforman la selección nacional, porque todos quieren ser el próximo Messi o el próximo James y eso es un problema. Si tú tienes 10 millones de niños en tu país que quieren ser la próxima estrella del fútbol, no tienes 10 millones de niños que quieren ser premio nobel de Física y difícilmente vas a generar en tu país un premio nobel de Física", señala Andrés Oppenheimer, autor del libro Crear o morir.
Nuestras prioridades están en lo más importante de lo menos importante. Y así nos va. Por eso los futbolistas ganan millones y millones de pesos sin en realidad merecerlos. Y no hablo de las grandes estrellas, que ganan no solo por su talento sino por ser vehículos publicitarios, hablo de los futbolistas de pipiripao de nuestro torneo local. Tipos que patean un balón un par de horas en la mañana y piden descansar día y medio para dedicarlo a sus rumbas, sus peinados y sus tatuajes. Que cuando llegan al partido no son capaces de parar una pelota o evitan cabecear para no despeinarse.
Tipos que regalan relojes de $4 millones a los técnicos porque los puso a jugar y porque no saben qué hacer con toda esa plata que se ganan. Que la gastan para conquistar a la modelo del momento o tener contenta a la niña trepadora.
$4 millones es el salario mensual de tres profesores. Profesionales que dedicaron su juventud a educarse, no a patear balones. Si en el país nos paralizamos y nos hacemos matar por el fútbol no es porque seamos aficionados apasionados, es porque la cabeza no nos da para pensar más allá. Por brutos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015