El mejor ron del mundo es colombiano. Se llama Parce, lo producen en Armenia, y el año pasado -por esta fecha- fue el ganador de seis máximos honores en el World's Spirits Competition de San Francisco (EE.UU.). Entre los galardones están el de Mejor ron, Mejor ron añejo, Mejor de todo el evento: Bebida blanca añeja y obtuvo un puntaje de 92/100 por el Beverage Tasting Institute.
Pero no son los únicos. En la Costa Atlántica destilan los rones Dictador y La Hechicera, buscados por los conocedores de esta bebida en todo el mundo. Son un lujo. La Hechicera, por ejemplo, fue considerado por la revista GQ como una de las "100 mejores cosas del mundo en este momento". Y una botella de Dictador cuesta unos 75 dólares en el mercado gringo.
En el país, sin embargo, no es posible conseguirlos. Solo se encuentran en los Duty Free de los aeropuertos internacionales (y Aerocafé cada vez menos posible) y algunos locales especializados, donde los venden como si fueran extranjeros. Esto se lo debemos a la ley de monopolios con fines rentísticos que tienen los departamentos, y que protege la mediocre tarea de las industrias de licores regionales.
Por ejemplo: De la Industria Licorera de Caldas (ILC) se habla más de sus escándalos que de la calidad de sus bebidas. La destilería local es fortín político y ambicioso trofeo de personajes que quieren llenar sus bolsillos con dineros públicos, en vez de trabajar para producir un alcohol de calidad y cuya rentabilidad termine beneficiando a la región.
Basta con ver dónde se encuentran algunos de quienes por allí han pasado. Ahí está en la cárcel Carlos Arturo Fehó, porque como gerente participó en "irregularidades en la contratación del proceso de distribución de la empresa". O sea, corrupción. Otros, con sus pecados encima, contaron con mejor suerte...
La ILC, como las demás destilerías regionales, se especializó en producir escándalos, políticos y sindicatos (en nuestro caso tenemos tres: Sintrabecólicas, Sintraemilc y Sinaltralic). De estas empresas no se sabe de alguien que haya salido a dirigir o producir en una gran firma de bebidas espirituosas. Sí se sabe de los que salieron a ser secretarios en alguna alcaldía. O a congresistas, o alcaldes, o a reos.
Por esta clase de situaciones fue que desde hace unos años tengo vetados los productos de la ILC. Puede que sus bebidas sean muy buenas, pero no pienso comprarlas. Y por eso aplaudo -muy al dolor de quienes sufren de contratitis con ellos- que se acabe eso de los monopolios. Como no tenían competencia, daba igual si daban aguarrás en vez de aguardiente, y en vez de mejorar la calidad y mercadeo de sus productos, los saquearon.
Que dejará de entrarle mucha plata a Caldas, ¡pues merecido lo tenemos! Eso nos pasa por permitir esos pillos en la ILC. Que la competencia será dura, ¡pues claro! Y quienes ganamos somos los consumidores. Que se puede acabar la empresa... Sí, una lástima, pero hace tiempo la perdimos a manos de los políticos.
Será un guayabo moral, pero no existen los guayabos eternos. Y, habiendo mejores tragos, es preferible embriagarse con espíritus más nobles que aquellos producidos por sindicalistas y políticos. Unos personajes que siempre traen un tufo sospechoso y tóxico.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015