Llegar al Yanna es el sueño de muchos musulmanes. Este edén lleno de naranjales y jardines, de azahares, y de ríos de leche, miel y vino que no da resaca, aguardan al que se sacrifica por su fe. También lo esperan las 70 huríes -doncellas siempre vírgenes- dispuestas a complacerlos sexualmente cada una por mil años.
Dicen que por esto muchos jóvenes practicantes del Islam se radicalizan. Se vinculan con organizaciones como Hamas, Al Qaeda, o el Estado Islámico (EI, o Isis, o Daesh, como también lo llaman), y cometen actos suicidas persiguiendo este sueño, que más parece un video de reguetón, que algo sacado del Corán.
No lo creo. Los terribles ataques que vienen sucediendo en Francia desde la semana pasada, y que el viernes 13 de noviembre dejaron 129 muertos por ataques de una célula terrorista del EI, no tienen nada que ver con querer ser Daddy Yankee. Esos jóvenes de ascendencia musulmana y criados en Bélgica matan por lo mismo que lo hacen nuestros jóvenes en las barriadas: por reconocimiento.
A pesar de haber nacido en Europa, muchos de ellos son ciudadanos de segunda clase. No tienen las mismas oportunidades que un católico, un protestante o un ateo de piel blanca y ojos verdes. En su momento sus familias se fueron de sus países buscando un mejor futuro o huyendo de la violencia. Tal como sucede hoy con los más de 300 mil inmigrantes provenientes de Siria, Afganistán e Irak (según Acnur), que tratan de cruzar el Mediterráneo en precarias lanchas, con el objetivo de llegar a un país "menos violento", como Francia. Sin embargo, a cambio de paz encontraron falta de oportunidades, ciudades frías y familias rotas.
Abdelhamid Abaaoud, el joven belga al que señalan de ser el cerebro de los atentados del pasado viernes en París, era "un vulgar ladrón", de las comunas de Bruselas, señalan los medios europeos. Y si pasó de ratero a liderar una célula yihadista, fue porque solo encontró posibilidades de ascender en el único mundo que conocía (el criminal) de la mano de un grupo terrorista. Sostener una ametralladora da más poder que una navaja en una calle de Verviers, y hacerlo a nombre del Corán que por un cacho de marihuana, es más digno. Y si se cuenta con el patrocinio de una multinacional del terror, ¡mejor!
"La falta de identidad cultural y religiosa en Europa, y la ausencia de redes familiares conducen a mucha gente a convertirse al Islam y a meterse en grupos como Al Qaeda", señala Morten Storm. Este danés fue reclutado por los yihadistas cuando estaba en la cárcel por ser un pandillero; ¿acaso muchos de nuestros delincuentes no son reclutados en nuestros penales por mafiosos y guerrilleros?
Storm, que adoptó el nombre de Anwar al Awlaki, se volvió espía de la CIA tan pronto vio que la fe, Alá y el Yanna de estos radicales era manipulado para llevarlos a hacer cosas terribles. Que Al Qaeda o el EI era tan mafias como la Cosa Nostra, las Farc o los Rastrojos. Eso sí, más peligrosos y radicales.
Occidente solo posó sus ojos con verdadero terror sobre lo que es el EI por lo que sucedió en París. Antes, no pasaban de ser actos barbáricos en tierras poco civilizadas de África y Medio Oriente. Que asesinaron a 35 cristianos en Etiopía... va en una nota secundaria en la sección internacional del noticiero. Que demuelen con sus bombas la antiquísima ciudad de Palmira... le damos espacio antes de los deportes. Que fusilaron a 200 niños y quedó en video... eso debe ser montaje.
No más en Siria, hasta junio de este año, el EI había asesinado a 2 mil 30 personas. Esta cifra, escandalosa, ni siquiera hace parte de las 4 mil 831 personas que murieron en ese país en julio, por bombardeos de los franceses, los ingleses y los estadounidenses; y los lanzagranadas y balas de los yihadistas. Occidente, hasta donde recuerdo, no los lloró. Tampoco le dio el despliegue que le hemos dado a la masacre de Bataclán.
Ese ha sido el pecado. Occidente no incluye estos dramas en su agenda y prefieren dejar que eso se quede allá, distante. El culo de Kim Kardashian es más importante que la forma en que los radicales islámicos masacran pueblos cristianos en África. Solo hacen parte de la agenda cuando tocan nuestro suelo.
"Nadie le paró bolas a 'esos loquitos' del EI en su momento, y ahora pagamos las consecuencias", señala Mark Durie, un pastor anglicano miembro del Middle-East Forum y fundador del Institute for Spiritual Awareness. Añade que si esta organización tomó fuerza en Europa fue por su incapacidad de incluir a los sectores más vulnerables de sus sociedades en procesos de formación, educación y tolerancia. Así es mucho más fácil manipularlos con un discurso "fuera de contexto" del siglo VII con promesas de llegar al Yanna... o estrella del reguetón.
En este mundo globalizado e hiperconectado, jamás los gobiernos habían estado tan desconectados de su gente.
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