En estos momentos donde lo políticamente correcto es decir que se es animalista, apoyar las corridas de toros es de lo más impopular. No importa. Aplaudo que los toros regresen a Cataluña y a Bogotá. El Tribunal Constitucional español anuló esta semana la ley catalana del 28 de julio del 2010 que suprimió las corridas de toros en esa región de España, argumentando que la fiesta brava es "patrimonio cultural inmaterial" de ese país.
Hace seis años, cuando las prohibieron en Barcelona, los argumentos eran los de siempre -el maltrato al toro, la tortura, la crueldad...-, cuando en realidad lo que querían decir era que no aceptaban las corridas por ser un símbolo de España y querían abolirlas como parte de su lucha independentista. Esto se evidenció cuando, una vez escrita la ley, le tuvieron que hacer una enmienda. Una que permitiera que en el sur de Cataluña se continuaran haciendo los correbous. Esta es otra antiquísima tradición en la que ponen antorchas o bola de fuego en los pitones del toro (y en ocasiones hasta en el lomo, a modo de banderillas) para que el astado, en medio de su desespero,corretee a la gente por las calles o plazas.
Esta actividad no la abolieron porque Tarragona, donde la practican, es feudo electoral del Partido Demócrata Catalán, grupo que promueve la separación de esta región del resto de España.
Y regresan a Bogotá después de cuatro años de 'petrismo', que quiso convertir la Plaza de Toros la Santamaría en una especie de ágora para poetas y hasta en pista de hielo. El entonces alcalde Gustavo Petro -como los catalanes- se opuso a la Corte Constitucional, quien en 2014 dijo que ni los alcaldes ni los gobernadores pueden prohibir este tipo de eventos de tipo cultural. Lo hizo más por populismo que por convicción, como lo hace ahora el alcalde Enrique Peñalosa.
Pero lo anterior son solo pretextos. Celebro que regresen por el simple hecho de que me gustan las corridas de toros. Disfruto del ritual que las envuelve. La verdad en el ruedo.
No entraré en los detalles éticos, estéticos y morales que existen en la tauromaquia. Tampoco de la razón y la sensibilidad ("Toda sensibilidad, como tal, es respetable, pero naturalmente sorda a la razón. Razón y sensibilidad no están hechas para entenderse", escribe Francis Wolff en su ensayo 50 razones para defender la corrida de toros). Me gustan por los placeres que he encontrado en el mundo taurino.
Leer crónicas taurinas, escuchar las anécdotas detrás de una corrida y las historias de los toreros y sus apoderados, son un gustazo. Son como la vida: hiperbólicas, cómicas y trágicas.
Los toros me han permitido conocer personajes interesantísimos que, quizá en otro contexto, jamás hubiésemos cruzado caminos. Los condumios dominicales donde Miguel Quijano reúne a la más variopinta gama de gente: desde grandes empresarios y reinas de belleza a periodistas neófitos y arrancados. Todos sentados en la misma mesa -comiendo y bebiendo bien- compartiendo por igual su gusto por la fiesta brava.
Bonitas amistades se tejen en esas reuniones donde lo que menos importa es quien es quien. Todos estamos con expectativa de lo que veremos esa tarde. Siempre está el conocedor de las ganaderías que habla con propiedad de los defectos y virtudes de los toros que irán al ruedo. La que se conoce el recorrido de los matadores y sus temporadas. El que va por primera vez a la plaza. El que jura que se mamó de la tauromaquia y que se volverá animalista, pero al año siguiente vuelve al condumio y a las corridas. Porque eso tienen los toros, que encoñan.
Y está Miguel, que enseña a ver toros con pasión. Basta una tarde escuchándole sus relatos taurinos y sus análisis para aprender más que asistiendo a toda una temporada.
Celebro que regresen los toros por su tradición y su cultura. Pero sobre todo por la alegría que produce en los aficionados. Ya lo dijeron las Naciones Unidas en su resolución La felicidad: hacia un enfoque holístico del desarrollo, donde se establece que "el anhelo por una vida satisfactoria, significativa y feliz es un objetivo fundamental para cualquier persona y es de hecho lo que nos hace humanos".
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